subject: El Odio: Segundo Disipador Del Caos Social [print this page] Teora Del Caos SocialL / CAPTULO 5 El Odio: Segundo disipador del caos / ISBN 9789801241312
Los disipadores del caos social pueden ser considerados, a priori como elementos del control social, que es el conjunto de prcticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades. Aunque a veces el control social se realiza por medios coactivos o violentos, el control social tambin incluye formas no especficamente coactivas, como los prejuicios, los valores y las creencias. Entre los medios de control social tradicionalmente aceptados como tales estn las normas sociales, las instituciones, la religin, las leyes, las jerarquas, los medios de represin, la indoctrinacin, los comportamientos generalmente aceptados y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y leyes (sistema formal, que incluye sanciones).
La sociologa moderna reconoce seis tipos de controles: El control fsico, que es la fuerza, la violencia, el castigo que se aplica al individuo que la sociedad determina est fuera de las normas establecidas; el control social primario y aqu nos referimos a la familia; el control poltico que se ejerce a travs de las leyes, con la intervencin del gobierno y con la aplicacin de esas leyes; el control tico que se refiere a las costumbres; el control de clases tambin llamado de las ocupaciones' que se imbrica en la estructura misma de las sociedades y el control de las estratificaciones, un control que alude a otros aspectos, no solo econmicos sino tambin culturales.
1.- APROXIMACIONES HACIA UNA TEORA DEL ODIO
Desde una perspectiva epistemolgica, el enfoque cognoscente del odio es definido como un sentimiento negativo, de profunda antipata, disgusto, aversin, enemistad o repulsin hacia una persona, cosa, situacin o fenmeno, as como el deseo de evitar, limitar o destruir aquello que se odia. As concebido, el odio se fundamenta en el miedo a su objetivo, ya sea justificado o no, o ms all de las consecuencias negativas de relacionarse con l. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad, pero otros investigadores sociales, como Elie Wiesel[1], consideran a la indiferencia como lo opuesto al amor. Para l, el odio puede generar aversin, sentimientos de destruccin, destruccin del equilibrio armnico y ocasionalmente autodestruccin, aunque la mayora de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos.
Desde la historia de Abel y Can, miles de relatos bblicos y profanos nos recuerdan que el odio era un asunto pre moderno. Luego, en la modernidad, las batallas por la emancipacin de los hombres, la formacin de naciones y las disputas entre Estados nacionales, las empresas colonizadoras y la resistencia contra ellas son evidencias de que el odio no escase tampoco en esta poca. Sin embargo, desde la Ilustracin el furor y la crueldad vienen combinndose, ms que nunca, con teoras dedicadas a explicarlos y contenerlos: la interpretacin hegeliana de la historia como conflictos entre amos y esclavos, la marxista como lucha de clases, y las que trataron de dar cuenta de por qu colonizadores y colonizados, hegemnicos y subalternos, hombres y mujeres, se llevaban tan mal.
En esta proliferacin de intentos por conjurar el odio, quiz el relativismo antropolgico fue su elaboracin ms sofisticada. Ni bien terminada la matanza de la segunda guerra mundial, en 1947, la Asociacin Antropolgica Norteamericana, teniendo en cuenta "el gran nmero de sociedades que han entrado en estrecho contacto en el mundo moderno y la diversidad de sus modos de vida", present a las Naciones Unidas un proyecto de Declaracin sobre los Derechos del Hombre que aspiraba a responder a esta pregunta: "Cmo la declaracin propuesta puede ser aplicable a todos los seres humanos y no ser una declaracin de derechos concebida nicamente en los trminos de los valores dominantes en los pases de Europa occidental y Amrica del Norte?" A partir de "los resultados de las ciencias humanas", propusieron tres puntos de acuerdo:
1) "El individuo realiza su personalidad por la cultura; el respeto a las diferencias individuales implica por lo tanto un respeto a las diferencias culturales".
2) "El respeto a esta diferencia entre culturas es vlido por el hecho cientfico de que no ha sido descubierta ninguna tcnica de evaluacin cualitativa de las culturas" [] "Los fines que guan la vida de un pueblo son evidentes por ellos mismos en su significacin para ese pueblo y no pueden ser superados por ningn punto de vista, incluido el de las pseudo verdades eternas";
3) "Los patrones y valores son relativos a la cultura de la cual derivan, de tal modo que todos los intentos de formular postulados que deriven de creencias o cdigos morales de una cultura deben ser en esta medida retirados de la aplicacin de toda Declaracin de los Derechos del Hombre[2] a la humanidad entera!".
Pero el odio no es necesariamente irracional o inusual. Para algunos psiclogos estructuralistas, odiar es razonable, entendiendo tal sentimiento como una aversin que se suele enfocar hacia la gente o a las organizaciones que amenazan la existencia, o que hacen sufrir, o cuya supervivencia se opone a la propia y entonces surge un sentimiento, que puede ser individual o grupal, a partir del cual se odia a lo que se opone a la salud y al bienestar.
Con la finalidad de permitir que surja una teora psicoanaltica contempornea del odio rencoroso y vengativo, debemos clarificar la distincin entre odio rencoroso y vengativo e impulso agresivo, y entre odio rencoroso y vengativo y rabia narcisista. Expuesto de forma diferente, debemos considerar hasta qu punto el odio rencoroso y vengativo es principalmente un derivado del impulso agresivo o un producto de descarga de l, tal como la psicologa del yo a menudo sostiene. O es el odio rencoroso y vengativo mejor conceptualizado desde el punto de vista de los tericos de las relaciones objetales como resultado de la identificacin proyectiva? O es el odio rencoroso y vengativo un producto de fragmentacin resultado de las fallas empticas que amenazan la cohesin del self, desembocando en rabia narcisista, tal como los psiclogos del self han mantenido? Basando los intentos de re conceptualizar el odio rencoroso y vengativo en la teora de sistemas motivacionales, miremos hacia las conceptualizaciones fundamentales de "impulso agresivo" y de "rabia narcisista", para luego voltear la mirada en direccin a las "recompensas" del odio rencoroso y vengativo que identifican el poderoso y ubicuo lugar que el odiar tiene en la existencia humana, y para distinguir entre "el odiar" del uso comn y el "odio rencoroso y vengativo".
El impulso agresivo:
La interpretacin freudiana de la agresividad pas por tres fases sucesivas.
En un primer momento Freud interpret el aspecto agresivo del comportamiento como parte constituyente del instinto sexual. Esto suceda en el periodo inicial de sus estudios, cuando su atencin se hallaba centrada en el instinto sexual, considerado el elemento fundamental en la aparicin de las neurosis. Freud[3] consideraba que el componente agresivo consista en la tendencia a querer dominar el objeto de amor, y que su origen era incierto. Por consiguiente, segn dicha hiptesis, la agresividad sera un aspecto del impulso sexual, y la agresin, es decir el comportamiento agresivo, un componente del comportamiento sexual, subordinado a este ltimo y tendente a superar los obstculos que pudieran interponerse en la consecucin del placer. Sin embargo, ms tarde Freud(3), a travs de la observacin ms objetiva de los impulsos sdicos de sus pacientes y de los juegos de los nios, en ocasiones crueles con los animales, lleg a considerar la agresividad como un impulso agresivo autnomo, independiente de la sexualidad.
En esta segunda interpretacin del fenmeno, la agresividad se configura como una manifestacin de los impulsos del Yo, tendentes a la auto-conservacin y al control de la realidad, y en concreto como una manifestacin tpica de tales impulsos en la superacin de las frustraciones. Bsicamente la agresividad, en este momento del pensamiento freudiano, no se considera an como un impulso autnomo, sino como una modalidad de expansin del Yo, regulable segn los dictmenes de la realidad y tendente a proteger al individuo.
El desarrollo del pensamiento freudiano sigui luego otra direccin, poniendo de nuevo en discusin incluso este ltimo planteamiento y llegando al punto final de su teora de la agresividad, punto en que sta es considerada como un impulso autnomo definido como "instinto de muerte" o "instinto de Thanatos" (que en la mitologa griega es el dios de la muerte). El instinto de muerte se considera una tendencia que acta en silencio, invade toda la vida de los individuos y se manifiesta en forma de impulsos agresivos, en origen orientados hacia ellos mismos (masoquismo) y slo ms tarde orientados hacia objetos externos (sadismo).
Segn esta ltima hiptesis los instintos fundamentales humanos seran dos: el "instinto de vida" o "instinto de Eros' (amor, en lengua griega), del que derivan los impulsos sexuales y que tiende a la conservacin de la vida y a la obtencin del placer, y el "instinto de muerte" o "Thanatos", del que derivan los impulsos agresivos, expresin de la tendencia de toda la materia viva a volver al estado inorgnico, a la disolucin, a la muerte. El amor y el odio son las representaciones afectivas de estas dos tendencias. La vida aparece como la resultante del antagonismo y de la colaboracin entre instintos de vida e instintos de muerte y por tanto entre amor y odio.
El pensamiento de Freud a tal respecto no se cuenta entre los ms claros y sobre todo resulta difcil aceptar su particular concepto de la vida al servicio de la muerte, entendida como el estado en el que el organismo se libera completamente de toda tensin, el estado originado absoluto, anterior a la aparicin de la propia vida. l mismo aclarara en parte dicho concepto en sus escritos posteriores, en los que queda subrayado el papel que desempean los instintos agresivos en la vida psquica individual y en la social. Se confirma, con cierto pesimismo, la existencia en el hombre de un poderoso deseo de agresividad que forma parte de los instintos humanos, por lo que la esperanza de quienes desearan erradicar las tendencias agresivas de los hombres, y de esta forma provocar la desaparicin de la agresividad y de la violencia que alteran el armnico desarrollo de la sociedad, es una ilusin.
En el desarrollo del pensamiento psicoanaltico posterior a Freud[4], la hiptesis del instinto de muerte enfrentado al instinto de vida no fue en general aceptada, y se volvi a considerar la agresividad como impulso fundamental del hombre, con una base instintiva pero tambin, y sobre todo, con una funcin necesaria para la conservacin de la vida. Segn estos investigadores, el instinto agresivo no tiene nada que ver con el instinto de muerte de Freud, pero constituye la base de toda aspiracin humana a la independencia y a la afirmacin individual.
Ms que con un instinto especfico, la agresividad se relaciona con las necesidades tpicas de exploracin y de movimiento, tanto del hombre como del animal. Representa un modo y un medio a travs del cual el hombre trata de extender su dominio sobre la realidad, de proteger su seguridad y de afirmar su propia identidad. La agresividad es en definitiva la expresin de una tensin ms general del hombre a dominar el ambiente y a auto-realizarse, y su transformacin en destructividad o en violencia es sinnimo de una falta de adaptacin a la realidad. La destructividad y la violencia no formaran por tanto parte de la naturaleza del hombre, sino que seran ms bien el resultado de un cierto tipo de educacin y de aprendizaje, los sntomas de una mala adaptacin a la realidad. Segn dicha teora, esta falta de adaptacin tiene sus races en la infancia y se va agravando con el desarrollo de la persona, debido a la ausencia de compensaciones (o satisfaccin a sus requerimientos) y por intolerancia ante las frustraciones.
Concluimos que la agresin en el ser humano no es, entonces, un instinto autodestructivo, ni tampoco es un instinto impersonal. La respuesta agresiva humana se da en dos circuitos: El circuito neurofisiolgico infra consciente y el circuito auto consciente. En una persona sana, la respuesta fisiolgica automtica al estmulo amenazante queda subordinado, integrado en la respuesta consciente y an modulado por ella. En este punto, la respuesta humana agresiva no difiere de una gran cantidad de conductas humanas, como la percepcin, en donde se integran procesos neurofisiolgicos involuntarios y voluntarios, dominados por el Yo consciente.
La etologa moderna establece la funcin positiva del impulso agresivo para la sobrevivencia del gen y rechaza la nocin de un instinto de muerte autodestructivo. Esta idea (la de un impulso masoquista primario) con una funcin autodestructiva ha sido criticada tambin por tericos psicoanalticos como Reich, Fairbairn y Bowlby[5], aunque este ltimo acepta la nocin de un impulso autodestructivo innato y ubica el origen de la agresin y la angustia en las relaciones objetales: Ira y angustia.
La rabia narcisista:
Toda frustracin puede provocar algn tipo de angustia narcisista y de agresividad como respuesta o reaccin de un Yo amenazado en su integridad, que procura reestructurar la imagen de Si del sujeto elevndola a un plano de superioridad y fuerza. Esa furia narcisista es una impugnacin al Otro y su destitucin a un plano inferior, procurando recomponer el balance, la homeostasis narcisista. La envidia kleiniana[6] se puede pensar desde esa perspectiva del narcisismo: el displacer narcisista, extrema frustracin narcisista al compararse el sujeto en su inferioridad con la omnipotencia del otro, que lo posee todo. Esto genera una extrema agresividad que procura invertir la relacin subjetiva.
Los trastornos narcisistas se presentan como un malestar difuso que lo invade todo, un sentimiento de vaco interior y de absurdidad de la vida. La crispacin neurtica se sustituye por la flotacin narcisista, y al acercarse a la terapia, la actitud de estos pacientes no es la de quien est pidiendo ayuda, sino la del que inicia un espectculo en el que va a exhibirse. Las frustraciones, la crtica en su entorno y los aspectos desplacientes de la realidad, pueden provocar reacciones llamadas de "rabia narcisista", por lo desproporcionadas y violentas. Dichas rabias pueden obnubilar la conciencia y a veces crear reacciones francamente psicticas, aunque transitorias y con caractersticas paranoicas.
La rabia narcisista entiende la agresividad como instrumento-tecnologa-estrategia del sujeto sobre el otro y sobre s mismo: ella opera de ese modo procurando reestructurar la imagen de s del sujeto y la del otro concomitantemente, porque la agresividad en general significa fuerza, poder y razn (el que se enoja esgrime el enojo como prueba de que tiene razn). De ese modo el agresivo se representa o imagina a s mismo como fuerte, potente y razonable.
Cuanto ms extenso y calificado es "el eje del mal", ms justifica el agresor su agresividad, sobre todo si su palabra ha perdido eficacia mutativa. Esta dimensin instrumental, tecnolgica estratgico de la agresividad narcisista es estrictamente intersubjetiva: es un modo de relacin con el otro y de accin sobre l, procurando someterlo al deseo del sujeto. Es un instrumento de poder dentro de la estructura narcisista del sujeto, aunque persiga tambin fines sexuales.
Este es el lado performativo, realizativo, pragmtico, conativo y comunicativo de la agresividad, distinto del expresivo afectivo; no podemos perder de vista que la agresividad es como una modalidad de discurso y como tal posee las funciones del mismo; no es mera afectividad o simple expresin de un afecto. Es como una discursividad, como una racionalidad instrumental, consciente e inconsciente, prxima a la voluntad de poder nietzscheana, cuyo objetivo final consiste en asegurar el poder sobre otro sujeto, el dominio sobre el objeto en eco con la pulsin de apoderamiento freudiana o con fantasas mgico omnipotentes.
El odio como rencor vengativo:
Spinoza[7] da, respecto del odio, una definicin opuesta a la que establece para el amor, pero formalmente similar. Escribe al respecto:
"El que imagina que aquello a que tiene odio est afectado de tristeza, se alegrar; si, por el contrario, lo imagina afectado de alegra, se entristecer; y uno y otro afecto ser mayor o menor segn sea mayor o menor el afecto contrario en aquello a que tiene odio".
Ntese que, cuando alguien se alegra por la tristeza ajena, ese sentimiento puede manifestarse en forma de burla, mientras que, cuando alguien se entristece por la alegra ajena, estamos en presencia del sentimiento de la envidia. Por lo que podemos decir que el odio es una actitud que se manifiesta en forma de burla y envidia, al menos desde un punto de vista general. Spinoza escribi:
"Estos afectos de odio y otros similares se refieren a la envidia, que por eso no es nada ms que el mismo odio, en cuanto se considera que dispone el hombre de tal manera, que se goce en el mal de otro y que, por el contrario, se entristezca del bien de ese otro"
Fernando Savater[8], en un ensayo sobre la ira, sostiene que del otro lado estn la paciencia y el humor: convoca a la espera que ayudar a "intervenir en el cambio de circunstancias", y a aligerarse con una "representacin humorstica de las cosas". En el Diccionario de los Sentimientos[9], Jos Antonio Marina y Marisa Lpez Penas definen al odio en el territorio de los deseos, sobre todo el de "hacer dao", debido a "un temperamento fro" o al resentimiento acumulado con rencor.
Mientras que la mayora de los analistas no subscribiran la creencia en un instinto de muerte que empuja al ser humano hacia un odio asesino dirigido hacia el propio self, o de forma protectora, proyectndolo hacia afuera en forma de odio asesino hacia los dems, muchos relacionaran ambas tendencias destructivas con un impulso agresivo[10]. Fenomenolgicamente, el odio maligno (Gabbard [11]), tiene innegables cualidades de presin arrolladora y es parecido al impulso, con poca o ninguna capacidad para la conciencia reflexiva. Para ocuparse del supuesto ampliamente aceptado, basado en la teora dual de la pulsin, de que el odio rencoroso y vengativo es un derivado de un impulso agresivo primario, es necesaria una apropiada propuesta alternativa apoyada en la investigacin y observacin del desarrollo infantil.
La teora de los sistemas motivacionales ofrece esta alternativa: en la infancia ms temprana (en realidad en el tero) un sistema motivacional aversivo se desarrolla en respuesta a la necesidad de reaccionar con antagonismo y/o retirada frente a cualquier estmulo distnico interno o externo. Cualquier falla de regulacin de cualquier otro sistema no responder a necesidades fisiolgicas, a la intimidad de apego, a la exploracin y afirmacin de preferencias, o al placer sensual- har que el infante se lamente, pelee, llore, amenace con el puo, frunza el ceo, se estremezca, desve la mirada, retroceda, se ponga rgido, o se ponga flcido. Cuando los cuidadores responden a estos afectos, gestos, y conductas, eliminando la causa de la afliccin o, por lo menos, quedndose a su lado y reconfortndolo (sirviendo como funcin contenedora (Bion,[12]), el sistema aversivo, durante el primer ao de vida, se organizar en torno a seales efectivas.
El enojo es una respuesta a la frustracin y puede extinguirse si la frustracin se supera o es eliminada. La rabia puede tambin ser desencadenada por la frustracin pero implica un sentimiento de herida narcisista, una ofensa al orgullo, una vergenza y humillacin al sentido del self. El estado de rabia, con su contraccin muscular y aumento en el latido cardaco y presin sangunea, elimina la sensacin de indefensin asociada con el daado sentimiento del self y lo sustituye por un provisional sentimiento de omnipotencia e invulnerabilidad.
Qu causa el odio? Charles Darwin deca que sus races estaban en la venganza y en la defensa de los intereses propios. "Si hemos sido o esperamos ser agredidos por alguien () ese alguien nos ser desafecto; y el desafecto se convierte fcilmente en odio", dijo aquel cientfico.
Erich Fromm[13] coincide esta vez desde la Psicologa- con la visin de Darwin: el odio surge como respuesta a la "amenaza (de alguien o de algo) a los intereses vitales de una persona". Finalmente, Isaiah Berlin, el clebre historiador de las ideas, aseguraba que el origen de la xenofobia y de su sucedneo ms terrible el nacionalismo- est en el sentimiento de humillacin que un grupo de personas pudiera sentir a causa de otro grupo de gente.[14]
Segn parece, la capacidad de odiar forma parte de la condicin humana y se alimenta de sus miedos ms atvicos y de sus pulsiones ms primitivas. En sus escenarios de odio rencoroso y vengativo las personas se mantienen en el pasado e imaginan venganzas en el futuro. Episodios recientes que generan dolor, decepcin, envidia, vergenza, turbacin, humillacin, y culpa, son absorbidos dentro del escenario. El odio rencoroso y vengativo mantiene una relacin similar respecto al odio como el amor romntico respecto al afecto. Desde la infancia en adelante podemos sentir, si bien no originalmente expresado en palabras, "eres bueno conmigo; te quiero"; o, "me haces dao; estoy enojado contigo". Enojo, rabia, odio (aversin intensa) y temor, son experiencias afectivas de infantes y adultos. El odio rencoroso y vengativo, como escenario, es un desarrollo posterior que requiere maduracin del cerebro y desarrollo de cruciales capacidades cognitivas.
Al igual que otros escenarios "de ambicin", lo que los nios y los adultos esperan que ellos puedan realizar en el futuro, un escenario de odio rencoroso y vengativo existe como un marco al que se acude de forma recurrente para repetidas revisiones, tanto como fuente como resultado. A veces las fuentes de la herida desencadenante son ostensibles y obvias pero, a menudo, son exquisitamente particulares para cada individuo. Dado que las fuentes son elaboradas en la mente de la persona herida pueden ser difcilmente revelables por el riesgo de que no sean aceptadas por otros, y por el riesgo de un dao vergonzoso adicional.
George Eliot[15] resumi muchas de estas observaciones en Daniel Deronda:
"La amargura del odio rencoroso y vengativo es a menudo tan inexplicable para los observadores como el desarrollo del amor devoto, y no slo parece sino que no tiene relacin directa con ninguna causa externa que se pueda alegar. La pasin es de la naturaleza de la semilla, y encuentra alimento en su interior, tendiendo a un predominio que atrae toda corriente hacia s misma y hace de toda la vida su tributo. La forma ms intensa del odio rencoroso y vengativo es la enraizada en el temor, el cual obliga al silencio y fuerza un deseo vehemente de venganza no expresada, una aniquilacin imaginaria del objeto detestado, algo parecido a los ritos ocultos de venganza con los cuales los perseguidos han hecho salir secretamente su rabia y han aplacado su sufrimiento hasta enmudecerlo (p.576).
En otro pasaje repite los temas de un sentimiento de impotencia frente a la expresin directa del enojo y la recompensa sustitutiva de la venganza:
"Lydia...devor su impotente ira..., pero no poda...irse del todo sin la recompensa de haber hecho una aparicin de Medusa frente a Gwendolen, encontrando su deseo de venganza y sus celos alivio en una descarga de ponzoa" (p. 514).
Pao (1965), el primero de muchos autores psicoanalticos contemporneos en comentar estos patrones, ofreci una formulacin notablemente penetrante. Pao afirm que el odio rencoroso y vengativo, al vincular el pasado con el futuro, estableca un sentido de continuidad.
"Odiar es sentir algo, lo cual es mucho mejor que sentirse con falta de propsito, vaco, amorfo, o abrumado por ansiedades. El odio rencoroso y vengativo puede transformarse en un elemento esencial del cual uno deriva un sentido de mismidad y sobre el cual uno formula su propia identidad" (p.260).
Pao seala que la persona que odia est acosada por miedos y se siente tironeada en diferentes direcciones. La persona que odia siente que sera desastroso ofender al objeto de su odio, al cual adscribe omnipotencia y omnisciencia. Pero se siente agraviada y quiere desquitarse.
"De esta forma se encuentra en un estado de esclavitud. Si se mantiene cerca...,podra dejar al descubierto su odio rencoroso y vengativo y provocar la clera del objeto, el cual podra aplastarle....Si intenta evitar al objeto odiado se est privando del necesario suministro libidinal. Metido en un dilema, la persona que odia se siente atrapada" (pp. 258-259).
El ms severo y dominante de los afectos que en conjunto constituye la agresin como pulsin es el elaborado afecto del odio. Otto Kernberg[16] ve al odio rencoroso y vengativo como un afecto crnico y primitivo que desemboca en la negacin primitiva y la anulacin de funciones cognitivas. Kernberg advierte que los analistas deben ser conscientes de cuatro respuestas contra transferenciales: el retirarse emocionalmente ante el odio rencoroso y vengativo; el identificarse con la victimizacin del paciente y su desplazamiento de la agresin fuera de la transferencia; someterse de forma masoquista al odio rencoroso y vengativo del paciente con un eventual acting out agresivo; u oscilar entre tratar de generar comprensin por parte del paciente y retraerse. Es interesante que Kernberg no incluya el odiar al paciente.
Lazar (1996) afirma que, cuando el odio rencoroso y vengativo es buscado como una meta en s misma, el analista debe determinar su significado subjetivo. Es el odio rencoroso y vengativo una protesta por las necesidades motivacionales no satisfechas que el paciente quiere que el terapeuta reconozca? O es el odio rencoroso y vengativo una negacin de necesidades insatisfechas que el paciente quiere que el terapeuta tambin niegue a travs de una gratificacin directa? Es el odio rencoroso y vengativo un deseo de reconocimiento de una tragedia o un intento de seducir al terapeuta hacia una repeticin actuada?
Otra contribucin a la comprensin del odio rencoroso y vengativo surge de una serie de estudios sobre la vergenza (Wurmser, 1981; Morrison, 1989; Broucek, 1991; Lewis, 1991) Estos autores sugieren que los nios que fueron vctima de abuso, excesiva arrogancia y desprecio, experimentan una vergenza punzante. El estado afectivo de vergenza baja la autoestima y transforma situaciones ordinarias en fuente de aversin. El odio rencoroso y vengativo se transforma en una va para apartar la impotencia que conlleva la vergenza. La paradoja es que mientras que la bsqueda secreta del odiar puede, de forma exitosa, evitar el impacto de la vergenza que surge de cualquier fuente como la envidia, el miedo, o el auto-desprecio, la revelacin a otros de la magnitud de la malignidad de la persona que odia y el deseo de venganza puede volver a desencadenar una vergenza intensa. El potencial para una respuesta caracterizada por un estado de vergenza debe ser tambin considerado y cuando hay una demasiado prematura confrontacin con el escenario de odio rencoroso y vengativo del paciente.
El odio brota de la certeza de haber sido estafado, acosado, denigrado y llevado al abismo y, sin embargo, hace de este proceso una pasin que concentra sus ansias de conocimiento en un solo hecho, renunciando al saber del todo por profundizacin en una sola parte. Adems el odio slo tiene como destinatario a alguien a quien se ha querido, o al menos con quien se ha simpatizado o se ha sido solidario. Parafraseando a Rasinari, el odio es lo irrevocable en el momento que ya no podemos renovar nuestros pesares.
Desde el punto de vista del sistema aversivo, el odio rencoroso y vengativo no slo sirve como medio para expresar antagonismo de forma placentera, sino que tambin provee una manera de evitar cualquiera y todos los afectos displacenteros. Una vez formado, el escenario de odio rencoroso y vengativo puede ser evocado de forma consciente, o tan automticamente como para estar fuera de la consciencia, en cualquier momento que el paciente se sienta amenazado por el sufrimiento de cualquier afecto negativo como la envidia, la vergenza, la desilusin, el miedo o la depresin. Como muchos han indicado, una razn para atesorar un escenario de odio rencoroso y vengativo, es que en vez de experimentar el dolor de la victimizacin, la persona que odia experimenta la fuerza de su clera y el placer de su eventual triunfo final.
Queda claro, entonces, que el odio es una pasin por el conocimiento. Aparte de ello hay otra faceta que no ha sido debidamente apreciada, a saber: su voluntad pedaggica. Es falso que el sujeto que odia desee el mal (cualquier mal) del odiado. No es suficiente que una bala perdida aniquile al odiado, ni que una teja le destroce; sos son accidentes que aniquilan el acceso a la esencia del odio. El odiador puro, el odiador sabio, slo desea reciprocidad, es decir, que al otro le suceda lo mismo que ha padecido para que as pueda comprender el dolor que caus, aun a sabiendas de que es una misin imposible y de que, por otra parte, jams se podr ser tan miserable como el odiado.
Segn afirma Hctor Subirats no se entiende la mala fama del odio cuando se analizan sus atributos y sus virtudes:
"Frente al sobrevalorado amor, el odio es un sentimiento que pide muy poco a quien lo ostenta y que ofrece a cambio una fidelidad duradera e insobornable".
Castilla del Pino destaca la diferencia entre envidia y odio con un prrafo que no deja de sorprender:
"Si bien no hay envidia sin odio, se puede odiar sin envidiar al que se odia".
Pero el odio no es slo un sentimiento individual. Como otros sentimientos, el odio est socialmente organizado. Marina y Lpez Penas se refieren brevemente a "la tribu del odio", como formas primarias de manifestar misoginia, misantropa y misonesmo: rechazo a las mujeres, a la sociedad y a lo novedoso. El odio queda, as, asociado a algn tipo de arcasmo. Los odios prototpicos, sostiene Andr Glucksmann[17], son milenarios, como los dirigidos contra las mujeres y los judos, y sus ejecutores ms fervientes son quienes se aferran a esa costumbre antigua de fanatizarse con un dios o querer serlo. Sin embargo, odiar es parte de la organizacin social de los sentimientos en la alta modernidad, reaparece y se complejiza en las interacciones entre grupos y pases avanzados, adquiere nuevas formas en la globalizacin.
La base de apego del odio rencoroso y vengativo predomina en el intercambio clnico, pero la base afiliativa del odio rencoroso y vengativo grupal predomina en el mundo en general. Escenarios de odio rencoroso y vengativo, como un componente de experiencia grupal, en la forma de generaciones que emplean metforas de odio rencoroso y vengativo para establecer lazos de hermandad, es la fuente de la enemistad de clan, tribal, racial, de gnero y nacionalista. Para finalizar, el escenario de odio rencoroso y vengativo, cuando est motivado afiliativamente, se vuelve valorado por la experiencia de vitalidad que conlleva el compartir, ms que cuando est motivado por el apego y nutrido de forma privada. Las medidas de correccin de los escenarios de odio afiliativos suponen amplios acercamientos culturales
2.- LA CONSTRUCCIN SOCIAL DE LOS ODIOS
La primera condicin de una sociedad que se precie de ser democrtica es la posibilidad que tienen sus integrantes de disentir y de aceptar el juicio distinto de otras personas, an en temas fundamentales, sensibles, controversiales y trascendentes. La tolerancia al otro es la aceptacin de su existencia y derecho a ser: como sea, como quiera. La tolerancia obliga a las formas ms acabadas de la civilizacin. Sustituye por ejemplo, la accin directa por el dilogo; el enfrentamiento hasta abatir al contrario por el debate; el imperio de la fuerza por la diplomacia y por ltimo, la guerra por la poltica. Obliga, en una palabra, a reconocer que la vida en sociedad es ms el producto de lo que tenemos en comn, de nuestro piso mnimo de acuerdo que es la posibilidad de negociar nuestro espacio vital con el otro, que la sustraccin generada por la divisin y encono que nos encierra en un laberinto cruel.
A pesar de esta condicin primigenia de la sociedad, sta desarrolla como planteamos en el cierre del epgrafe anterior componentes grupales de odio rencoroso y vengativo como un vrtice extrao, un caos social que se auto organiza y produce patrones ordenados. Entonces surgen formas sociales estructuradas a partir de un punto de bifurcacin, momento en el cual se crea un rizo de retroalimentacin negativa (el odio social, en todas sus manifestaciones) y el sistema social se transforma a s mismo. Para investigadores sociales de la talla internacional de Andr Glucksmann[18], no hay dudas en que el odio est presente en la construccin social: "El odio existe; el odio no respeta nada; el odio juzga sin escuchar; el odio no atiende a razones; odio, luego existo" asegura Andr Glucksmann en su libro "El Discurso del Odio", en cuyo prlogo podemos leer:
"El odio no es algo nuevo, ya hemos visto a Medea sublimando el nefas como acto de autoafirmacin supremo. Desde la Antigedad el grito de odio roza la eternidad. El odio se nos sirve ahora en odres nuevas, pero es el mismo odio que arrastr a millones de judos por las vas de la muerte. Est presente entre nosotros, agazapado, buscando nuevas almas en las que inocular el veneno autodestructivo que lleva a la furia de la devastacin nihilista. Su poder es, sin embargo, mayor, en cuestin de segundos es capaz de arrasar ciudades. De poner de rodillas a su imaginario enemigo. Why not? Responder un joven combatiente liberiano de trece aos a la pregunta de si no le daba miedo matar con su kalashnikov a sus hermanos, a sus padres".
El odio suele ser, con insistente frecuencia, el preludio de la violencia. Antes de la guerra, suele ser til ensear a la poblacin a odiar a otra nacin y a su rgimen poltico. Para el apresto al combate, es comn inculcar odio en los soldados, porque el odio hacia el enemigo trastoca las realidades del objeto del odio, deformando sus debilidades, sus amenazas y su realidad objetiva. En el nazismo, por ejemplo, se busc aumentar el odio que la sociedad alemana ya tena hacia el judo y eso condujo a una matanza de enormes proporciones que hoy conocemos como El Holocausto judo'.
Por lo tanto, odiamos lo que no podemos amar, tener o controlar. Es por ello que el odio sigue siendo el principal motivador de los conflictos armados, como la guerra (en cualquiera de sus generaciones y simetras) y el terrorismo de cualquier denominacin. La propaganda poltica ha incitado, con relevante xito, al odio hacia determinado pueblo o hacia alguna nacin, fe o rgimen poltico, y en la construccin social de un particular tipo de odio, como la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia, el etnocentrismo, provocado por la crisis econmica mundial, la presin de los movimientos demogrficos, las guerras, los cambios radicales en los pases del Este, el lento y difcil proceso de unin Europea, y esencialmente, por la inseguridad y el miedo futuro ante el desempleo y la pobreza que se radicalizan en los pases del llamado Tercer Mundo.
La paranoia del rencor que genera la propaganda del odio se dispersa fcilmente entre la poblacin y la vuelven dcil. El odio avanza a paso redoblado porque es el mtodo de los poderosos para mantener vigente el proceso controlentrpico en las sociedades. Las explicaciones socioeconmicas al uso, la miseria, la pobreza, el analfabetismo, son fruto de una tesis mayoritaria biempensante de que el odio maysculo no existe. Todo se explica, se comprende, se excusa: El pedfilo deja de ser el agresor de menores para transmutarse en otra vctima de una infancia desgraciada. El asesino de ancianas se autoexime arguyendo una presunta necesidad de dinero para alimentar a unos hijos que en la realidad tiene pero que abandon hace aos. Los violadores de barriada se consideran los hijos de la tasa de desempleo nacional. Mentiras mil veces repetidas como coartada de una condena del "sistema", segn la vulgata marxista, capitalista y, como alienacin judeocristiana.
Contrario a ese pensamiento nico del odio mesinico, que bajo la apariencia de insurreccin contra la miseria y la globalizacin, esconde un catecismo revolucionario que busca derrocar el "sistema" movilizando ideolgicamente a las masas en nombre de la raza, la nacin, la clase o Dios, Glucksmann nos recuerda que el odio s existe. Incluso, en ocasiones, antes de esa redencin que ejercen los medios, se nos aparece desnudo bajo la crudeza del horror. En Manhattan, en Atocha, en Besln, en Londres, en Ruanda, en Liberia, en Chechenia...En tantos sitios, muchos de ellos olvidados por esa conciencia mundial que slo acierta a vislumbrar la muerte all donde puede magrearla a su propia conveniencia.
El racismo
La construccin social de los odios tiene una primera instancia histrica: El racismo. El trmino raza' ha sido utilizado en la cultura de las sociedades occidentales desde el momento del primer encuentro con pueblos de caractersticas externas diferentes. Desde entonces, hasta la segunda mitad de siglo XX se establece una jerarqua entre las "razas" basndose en diferencias observables: el color de la piel, la forma del crneo, del cabello, la estructura fsica. A partir de ah comienza el postulado de los odios sociales a partir de la existencia de diferentes razas; clasificando de esta manera los grupos humanos por sus caractersticas biolgicas en superiores e inferiores.
A lo largo de la historia, sobre todo con la conquista y colonizacin de Amrica y frica, culmin el poder y supremaca de la raza blanca, con su religin monotesta, que se consideraba por si sola nica y absoluta, y lo que es peor, exclua totalmente cualquier otra forma de vida sociable, cultural y religiosa (gitanos, judos, indios, luego negros, pueblos de religin islmica, eslavos etc.) Los prejuicios hacia estos pueblos tienen sus races ah y se mantienen hasta hoy.
La escalada de manifestaciones racistas, basadas sobre todo en los prejuicios y estereotipos formados durante la historia de las sociedades occidentales, es larga y dependiendo del pas, afecta a las creencias, sentimientos y comportamientos personales (antipata, odio, desprecio, agresin fsica). Pero adems a travs de las estructuras gubernamentales se asienta la exclusin social, la discriminacin, la privacin de derechos, la segregacin. Finalmente las manifestaciones racistas en muchos pases, hoy llegan a su punto ms dramtico en las agresiones, la violencia, expulsiones, matanzas, limpieza tnica y exterminio. En poca de tensiones, utilizar al extranjero, al inmigrante, o la minora como "chivo emisario" para descargar tensiones, y no afrontar los problemas socio-econmicos reales es un antiguo recurso histrico de los sectores ms reaccionarios de la historia.
El racismo es decir el ftil convencimiento de que hay grupos tnicamente superiores a otros- es una nocin relativamente nueva. Fue cultivado con fines polticos a partir de las tesis nacionalistas de Johann Gottlieb Fichte[19] a inicios del siglo XIX. La ascendencia comn, la ocupacin de un territorio por largo tiempo, las tradiciones, recuerdos y costumbres fueron presentados por este pensador como elementos constitutivos de una nacin.
Para algunos analistas polticos venezolanos, Venezuela hered de la colonia una sociedad injusta y racista. Hasta 1858, se desarroll desde las esferas gubernamentales un Estado autoritario y oligrquico, en el que la poblacin vivi sin ciudadana, generndose la ms grande de las disporas internas, pues huyeron a las montaas y llanuras. Se formaron guerrillas y bandas de asaltantes de mulatos, zambos y esclavos que asolaron haciendas y poblados. Gente sin ley y sin trabajo, educacin ni propiedades que les diera sentido a su existencia. Los libertos' y maraones' fueron producto de una sociedad injusta y racista y como consecuencia, el semillero de montoneras y alzamientos. La traicin de caudillos, la tirana y el robo al fisco, completaron el cuadro que dio paso a la Revolucin Federal (1859-1863) que lideraron los Generales Falcn y Zamora. Una revolucin que le cost la vida a cien mil personas, revolucin costossima en trminos de costo resultados, porque si bien produjo la abolicin formal y legal de la esclavitud en Venezuela, no menos cierto es que tambin increment el latifundio y el feudalismo, y con estas dos taras sociales surgi el pre capitalismo con la inversin fornea y la economa agro exportadora.
Por estos antecedentes histricos, que se repiten con ms o menos similitud en la mayora de los pases latinoamericanos, los regmenes populistas e indigenistas, como el de Hugo Chvez en Venezuela, o el de Evo Morales en Bolivia, son socialmente racistas, amn de polticamente retrgrados, y es ese particular racismo paradjico y tropical el que, a tenor de esta teora alimenta la controlentropa que aplican ambos gobiernos con puo de hierro. Esta es una opinin que corroe la lgica aparente, si tomamos en cuenta el carcter populista de ambos gobiernos que pretenden imponer un Socialismo del Siglo XXI, amn de la condicin mestiza e indgena de ambos Presidentes. Para exponer esta teora en toda su crudeza nada mejor que utilizar las palabras del proponente: El conocido periodista venezolano Domingo Alberto Rangel.
Asegura este octogenario miembro de la izquierda venezolana que..."su racismo - (el de Chvez en Venezuela y el de Morales en Bolivia) - es de raz y progenie indgena o aborigen, pero racismo al fin." Afirma que en Amrica se ha propalado en los primeros aos del Siglo XXI un indigenismo que no duda en calificar como..."el racismo de los imbciles" y sostiene:
"En toda sociedad hay grmenes, tendencias o realidades racistas. Entre los naturales de Amrica, a la llegada de los conquistadores, existan morbos racistas muy pronunciados"
Para convalidar este aserto, trae como ejemplo el grito de los indios Caribe, Ana Karina Rote que se traduce slo el Caribe es gente'.
"Esta expresin de los aborgenes Caribe equivale al vocablo nazi untermenn', que traducido al castellano significa sub-hombre', un adjetivo que fue de uso comn por el propagandista Goebbels y el idelogo nazi Julius Rosenberg."
Afirma Domingo Alberto Rangel que el racismo, un comportamiento social censurable provenga de donde provenga, existe en todas las sociedades, y de hecho fue ac, en la Amrica prehispnica, donde se practic una de las modalidades racistas ms degradantes.
"En el imperio incaico, los aimaras del altiplano de Bolivia eran discriminados por los quechuas, que constituan el espinazo del imperio Inca de las cuatro provincias (Tihuantinsuyo). Aqu - en Venezuela - "hay quienes desde la izquierda resultan tan racistas como los nazis, cuando derraman su cornucopia de elogios al imperio incaico que era, como el imperio norteamericano de hoy, opresor y racista."
Tal parece que al doctor Rangel lo asiste la razn histrica porque entre los pueblos de la Amrica prehispnica hubo sociedades de explotadores y explotados, desde El Yukn a Tierra del Fuego. En esta misma geografa hubo y an existen conglomerados humanos menos avanzados socialmente. Estaban tan a la zaga que ni siquiera haban llegado a la agricultura pues eran sociedades nmadas de cazadores y pescadores. Al definir a los imperios prehispnicos, el doctor Rangel es tajante:
"Los imperios de Mxico y el Per cayeron -(ante el imperio espaol)- con extrema facilidad porque eran imperios opresores. Por eso afirmo que la lucha de clases no es exclusiva de Europa. La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases y por eso afirmo categricamente que ser indigenista simpatizante de los Caribe o de los Quecha, otrora dominadores y explotadores, es una majadera, o peor: Una pamplinada."
Sin embargo, queda por aclarar una cuestin: Los regmenes populistas e indigenistas, como el de Hugo Chvez en Venezuela, o el de Evo Morales en Bolivia, son socialmente racistas?
"Peor que racista. El oficialismo venezolano es ms para resentidos sociales que de revolucionarios. Los indigenistas que derribaron la estatua de Coln - (sucedi el 12 de octubre de 2004, en Caracas) - "pertenecen ms al fascismo que al comunismo y no tienen nada en comn con Marx. Si algo debe enorgullecernos a los hijos de la Amrica Latina es la sangre espaola."
El odio nacionalista' del chauvinismo:
El odio social original, generado y exacerbado por el racismo poltico de Johann Gottlieb (un odio racial que mantuvo su vigencia hasta muy entrada la modernidad, representado en el terrorfico apartheid surafricano, iniciado en la Guerra de los Boers y finalizado con la eleccin del Nelson Mandela a la Primera Magistratura de Surfrica) involucion sutilmente hasta generar una nueva bifurcacin en la sociedad occidental: El chauvinismo social, la ms reciente y permanentemente actualizada construccin social de odios.
Se llama habitualmente chovinismo como tambin chauvinismo, (del personaje teatral de patriota francs Nicols de Chauvin) a la creencia narcisista prxima a la paranoia y la mitomana de que lo propio del pas al que uno pertenece es lo mejor en cualquier aspecto. El nombre proviene de la comedia La cocarde tricolore de los hermanos Cogniard, en donde un actor, con el nombre de Chauvin, personifica un patriotismo exagerado.
El chovinismo resulta un razonamiento falso o paralgico, una falacia de tipo etnocntrico o de dola fori. En retrica, pues, constituye uno de los argumentos falsos llamados ad hominem que sirven para persuadir con sentimientos en vez de con razones a quienes se convencen ms con aquellos que con stos, y como tal se utiliz frecuentemente por parte de los polticos para persuadir a las masas. Naci fundamentalmente con la creencia del romanticismo en los "caracteres nacionales" o volkgeist[20], si bien los griegos ya se burlaban de quienes pretendan que la luna de Atenas era mejor que la de feso; psicolgicamente, sin embargo, se trata de un sistema delirante que esconde un sentimiento neurtico de inferioridad en forma paranoica (en su manifestacin de delirio de grandeza) muy asentado en la naturaleza humana. Suele considerarse como una seal de nacionalismo y como tal suele ir acompaada de la mana persecutoria de echar las culpas siempre a otros de lo malo que se pueda encontrar en la nacin de uno. Erich Fromm, Len Poliakov y Jon Juaristi[21] han estudiado las manifestaciones ms perversas y peligrosas del chauvinismo, que pueden ir asociadas a ideologas totalitarias xenfobas y racistas.
En Europa, la caja resonante del chauvinismo fue -y lamentablemente contina siendo- Espaa. An se pueden escuchar ntidamente, en las calles y los andenes del subte' de Madrid (y en muchsimas otras ciudades y en pueblos de la provincia ibrica) expresiones como "moros, sudacas, negratas" Los espaoles enseguida ponen nombres despectivos a los extranjeros, especialmente si son pobres y van a quedarse. Es una lamentable tradicin histrica de siglos, como lo evidencia el epteto "gavachos", un trmino que identificaba a los franceses pirenaicos, rsticos y palurdos, que desde el siglo XV, y an antes del descubrimiento de Amrica por los espaoles, cruzaban la frontera para intentar prosperar en el norte de Espaa.
Ms all del racismo y del chauvinismo, el proceso controlentrpico de las sociedades encontr un nuevo elemento para construccin social del odio: la homofobia, la discriminacin social por motivo de gnero (si... la homosexualidad ya est siendo considerada un gnero', el tercero), especialmente en colectividades conservadoras, apegadas fuertemente a la religiosidad, tradicionalistas y machistas.
El odio a las diferencias somato-sexuales: La homofobia.
El trmino homofobia se refiere a la aversin, odio, miedo, prejuicio o discriminacin contra hombres o mujeres homosexuales, aunque tambin se incluye a las dems personas que integran a la diversidad sexual, como es el caso de las personas bisexuales o transexuales, y las que mantienen actitudes o hbitos comnmente asociados al otro sexo, como los metrosexuales. El adjetivo correspondiente es homofbico y el sustantivo que designa al sujeto homofbico es homfobo.
Homofobia no es un trmino estrictamente psiquitrico y no obstante ello pareciera que genera conductas delictuales asociadas a casos de la clnica psiquitrica, pues se calcula que cada dos das una persona homosexual es asesinada en el mundo debido a actos violentos vinculados a la homofobia. Amnista Internacional ha denunciado recientemente que en ms de 70 pases se persigue an a los homosexuales, y en ocho de ellos (todos con gobiernos teocrticos musulmanes) son condenados a muerte.
Existe cierto relativismo sobre lo que abarca el concepto de homofobia. As por ejemplo, los que rechazan las polticas de igualdad (entre personas de diferente orientacin sexual) consideran que ese rechazo no es homofobia, sino simplemente una opinin igualmente respetable como la aprobacin. Sin embargo parece indiscutible que todas las personas deben tener los mismos derechos sin distincin por razn de sexo o sexualidad, y por lo tanto negar ese reconocimiento s parece ser una forma de homofobia.
La homofobia ha sido un proceso controlentrpico social casi desde el inicio de la humanidad. La sodoma en la Edad Media y en la Edad Moderna inclua a diversos actos contra natura, pero principalmente era empleado en el caso del sexo anal. El origen del trmino est en la Biblia, en la historia de Sodoma y Gomorra. La identificacin del pecado de Sodoma con el sexo anal y no con la falta de hospitalidad o la lujuria en general, se documenta por primera vez en san Agustn (354-430). No ser hasta el sigloXI que aparezca la palabra sodoma en el Liber Gommorrhianus del monje benedictino Petrus Damianus[22], para el que la palabra inclua todas aquellas actividades sexuales que no servan para la reproduccin. Debido a que las palabras para denominar la homosexualidad no aparecieron hasta el sigloXIX, se empleaba el trmino sodomita para denominar a los hombres que tenan relaciones sexuales con otros hombres. Las lesbianas eran ignoradas en gran medida, aunque mujeres que practicasen el sexo anal tambin caan bajo el epteto sodomita.
Las primeras persecuciones de homosexuales por sodoma son de mitad del siglo VI, cuando el emperador bizantino Justiniano y su esposa Teodora prohben los actos contra natura por motivos polticos, amparndose en razones religiosas. La ley prevea como castigo la castracin y el paseo pblico por las calles. No hay pruebas de que la iglesia ortodoxa jams apoyara el edicto.
Hasta el siglo XIII la sodoma no era castigada en la mayora de los pases europeos, no era ms que de tantos pecados que aparecan en los textos eclesisticos. La actitud cambi en el transcurso de las cruzadas, en las que la propaganda anti-islmica identificaba a los musulmanes con sodomitas que violaban a obispos y nios cristianos. Poco despus se identificaba la sodoma con la hereja y entre 1250 y 1300 se introdujeron leyes que castigaban con la muerte el pecado. Estas leyes se emplearon sobre todo como herramientas polticas, como fue el caso de los templarios o del asesinato de Eduardo II de Inglaterra, o en casos de peligrar la paz social, como en casos de violaciones o pederastia. En general, la homosexualidad estaba bastante extendida, siendo el elemento clave la discrecin. En algunos lugares, como Londres y msterdam (en 1730 y 1733), se dieron olas de persecucin contra los sodomitas.
En Espaa se encargaban de los castigos los tribunales civiles de las ciudades, que hasta poca de los Reyes Catlicos castigaban con la castracin o la lapidacin, castigo que ms tarde se modificara por la quema en la hoguera, para los casos ms graves. La Inquisicin espaola slo se encargaba de juzgar la sodoma en la Corona de Aragn. En general, lo comentado para Europa es vlido para Espaa, con la diferencia de que no fueron las cruzadas sino la percepcin de los reinos peninsulares musulmanes lo que llev a identificar la sodoma con el islamismo y la hereja.
Las leyes contra la sodoma se convirtieron en una slida construccin social de odios y se mantuvieron en los pases europeos, tambin en las naciones occidentales, hasta los siglos XIX y XX. En Francia, las leyes contra la sodoma fueron anuladas durante la Revolucin Francesa. En Inglaterra, Enrique VIII de Inglaterra introdujo la Buggery Act en 1533, que castigaba la sodoma (llamada uggery) con la horca. La ley no fue eliminada hasta 1861, y en Alemania, el prrafo 175 que penalizaba las relaciones homosexuales no fue completamente abolido hasta 1994.
Pero la homosexualidad contina penada legalmente en la India, en ciertas zonas de frica, as como en otros pases como Nicaragua, Guyana, Malasia, Papa Nueva Guinea, algunas repblicas de Asia central y en un gran nmero de pases islmicos (Oriente Prximo y Medio, norte de frica). La pena de muerte por tener relaciones homosexuales o por sodoma sigue vigente en Arabia Saud, Emiratos rabes Unidos, Irn, Mauritania, algunos estados del norte de Nigeria, Somalia, Sudn y Yemen.
En el caso de los Emiratos rabes Unidos, las relaciones sexuales extramatrimoniales se pueden condenar con la muerte y el artculo 354 del cdigo penal federal, que trata de la violacin de mujeres y hombres, incluye al sexo anal consensual entre hombres. En algunos pases o regiones en las que se aplica la Sharia, como es el caso de Afganistn, donde las leyes sobre la homosexualidad no estn claras, la sodoma puede ser castigada a muerte por lapidacin.
Todas estas leyes, disposiciones y normas que penalizan la homosexualidad son instrumentos que facilitan, promueven e instauran el odio. Un odio que disipa la entropa que genera la diversidad, en este caso la diversidad sexual, y que se contextualiza en las sociedades para evitar a toda costa, la primera manifestacin de la entropa representada por la Ley del Vrtice, y que indefectiblemente desemboca en el caos, entendido ste como "el caos de la creatividad de la naturaleza" del que surgen nuevas formas estructuradas a partir de un punto de bifurcacin, momento en el cual se crea un rizo de retroalimentacin y el sistema social se transforma a s mismo.
El fenmeno controlentrpico de la homofobia se hizo presente en la poltica de algunos gobiernos tanto de origen y tendencia democrtica, como aquellos de marcada orientacin autoritaria. Algunos ejemplos son el rgimen nacionalsocialista en Alemania (liderado por Adolf Hitler, 1933-1945), el rgimen franquista en Espaa (1939-1975), el perodo dictatorial conocido como "Proceso de Reorganizacin Nacional" argentino (1976-1983). Tambin lo son los gobiernos democrticos, como por ejemplo el de Nicaragua, que bajo el artculo 204, castiga la sodoma bajo penas de 1 a 3 aos de crcel (artculo que an sigue vigente); y tambin en otras democracias de occidente que han tenido legislaciones y actuaciones homfobas, como por ejemplo en Alemania Occidental, donde la homosexualidad fue delito hasta 1969.
Pero el auge inusitado de las migraciones, el creciente intercambio cultural y comercial entre los pases y un mestizaje cada vez ms intenso han quebrado por su base aquellas concepciones chauvinistas. Hoy por hoy, las naciones no se crean en torno a razas ni costumbres nicas. Por el contrario, todas las sociedades modernas se precian de alimentarse de la riqueza tnica y cultural que le aportan sus miembros provenientes de todas partes del mundo.
Si el odio es una posibilidad siempre presente en el ser humano, Qu hacer para evitarlo? Vai-Lam Mui, economista de la Universidad de Hong Kong, ha demostrado que el rencor social se evita cuando la Constitucin de un pas incluye fuertes protecciones a los derechos civiles y polticos de las minoras. Tales protecciones evitan que los actores polticos, en el rol de gobernantes autoritarios, instrumentalicen a esas minoras y las conviertan en objetos o sujetos activos de odio social.
Ese no es el caso de Venezuela, un pas donde su Presidente ha fomentado la divisin apelando al recurso del odio. Un odio de clases; los patriotas' versus los pitiyanquis', la burguesa' versus el pueblo'; los hijitos-de-pap' frente a los muchachos revolucionarios'. El de Venezuela es un odio sembrado tambin en lo institucional: Las gobernaciones patriotas' versus las gobernaciones o municipalidades golpistas'. Y tambin es un odio sexista que se manifest groseramente hacia la mujer, cuando desde la Primera Magistratura del Poder Ejecutivo, el Presidente de la Repblica amenaz pblicamente a su esposa, a travs de los medios de comunicacin social encadenados' en una de sus tantas alocuciones, con darte lo tuyo' un Da de la Madre, en abierta y manifiesta sublimacin de un narcisismo sexual.
3.- EL ODIO COMO ESTRATEGIA DE CONTROL SOCIAL: Dos referentes literarios latinoamericanos:
La Mala Hora, de Gabriel Garca Mrquez y El Da Sealado, de Manuel Meja Vallejo, nos plantean dos temas fundamentales: la institucionalizacin de la violencia, y el odio a partir de las instituciones. La Mala Hora transcurre en un pueblo que intenta restablecer el orden a travs del terror bajo el poder de Rojas Pinilla. Una desafortunada noche los primeros pasquines (especies de chismorreos de pueblo donde se da cuenta de las andanzas, tropiezos...de los habitantes) aparecen en algunas puertas. El que llega a Csar Montero lo incita a asesinar a Pastor, el msico del pueblo. Los pasquines se multiplican y siembran la discordia entre familias, reanimando odios, reviviendo en la memoria rabias y crmenes cometidos en el pasado. El cura ngel, en principio indiferente, se rene con el alcalde y lo persuade a tomar medidas de seguridad frente a este "caso de terrorismo en el orden moral". Nada logra que los pasquines dejen de proliferar. El alcalde decide volver a la represin. La paz transitoria e irreal termina y el pueblo vuelve a su infierno cotidiano.
El relato se sita en un paraje distinto del clsico Macondo usado por el autor. Las acciones ocurren un hipottico ao despus de las persecuciones, cuando el estado de sitio sigue vigente en la mayora del pas. Sin hacerla explcita, la violencia asume un carcter cotidiano, como si fuese una institucin. El odio ante la represin del pasado ha instalado una turbia actitud en los habitantes: no sienten verdadero miedo, no corren a esconderse y, por el contrario, practican un metdico ejercicio de oposicin clandestina.
En opinin de Gustavo Cobo Borda, "Los chismes, en La Hojarasca, como los pasquines en La mala hora, como las papeluchas en el General en su laberinto dispersan la presin de la caldera social pero a la vez difunden la malevolencia y sacan a la luz la ignominia de tantos conflictos, sociales, polticos, o sexuales." As, frente al padre y su creencia en una moral tradicional y digna se cocina una verdadera descomposicin social. Los pasquines son slo el detonante de algo que no poda tardar mucho tiempo: los nexos comunitarios se pierden, la razn de ser de ese orden social basado en una moral nica y distinguible ha llegado a un punto de quiebre definitivo.
Es la prdida total de colaboracin entre miembros de una misma comunidad y lo viene a ratificar Casandra, la adivina del pasajero circo que le anuncia al alcalde con respecto a la autoridad de los pasquines: son todos y ninguno. Evidentemente que todos saben, pero no hacen nada para evitarlo; en el fondo ese es el objetivo, demostrar que no hay paz, que la aparente tensin tiene sus razones de ser y el teatro pacifista montado por el gobierno autoritario debe llegar a su fin.
No obstante la moral retardataria, la violencia y el odio juegan un papel importante en la ruptura de los nexos comunitarios. Se institucionaliz la violencia hasta el hartazgo. El odio explota como lo hace en otras novelas, no puede permanecer estancado y al margen de la opresin por mucho tiempo. Aqu es incluso a travs del mismo que la oposicin se gesta hasta convertirse en una nueva comunidad y como siempre, una comunidad de odio y al servicio de las guerrillas pero al margen de aquellos que no profesan la misma necesidad de exterminio de la otredad o del ser odiado. Difcilmente pueden seguir coexistiendo en el pueblo, opositores y colaboradores.
"La Mala Hora" es un libro de homenaje a la oposicin. El odio, ms que diferenciar conservadores de liberales, traza lneas recordatorias. Cumple el papel de memoria, otorga la posibilidad de resistencia. Por lo dems, constituye un ejemplar nico en trminos literarios: sin necesidad de asfixiantes descripciones que en su recorrido salpican sangre, trasmite con maestra y humor la tensin poltica de los aos 50. Episodios como el del dentista y el alcalde, por ejemplo, le hicieron falta a la literatura del momento: con pocas palabras, Garca Mrquez condensa en el dolor de una muela el significado poltico de una poca.
"El Da Sealado" es por su parte un registro literario ms tenebroso y directamente violento. En un dantesco territorio denominado Tambo se desarrolla la vida de un pueblo asustado y sitiado por la guerra de la Violencia. Varias historias confluyen en la narracin, desde la llegada de un nuevo cura que intenta cambiar las actitudes de los habitantes, hasta el relato de un joven gallero que inicia un viaje hacia Tambo en busca de su padre (que resulta ser el gamonal del pueblo), al cual tiene por enemigo y piensa asesinar. Entre historias se da cuenta de la lucha entre guerrilleros atrincherados en el pramo y militares que cuidan y a la vez esclavizan al pueblo dejndolo sin hombres. En un contexto de violencia institucionalizada y sin sentido, de odios y rencores fundados en matanzas, la misin del cura fracasa debido a la irru
Comuniclogo estadounidense con residencia en Venezuela. Licenciado por la Universidad Catlica Andrs Bello de Caracas como Comunicador Social (1975). C.E.O. de Creatividad Estratgica C.A. donde realiza asesoras para la imagen y la identidad corporativa de empresas y corporaciones y disea campaas persuasivas para personalidades, ONG's y partidos polticos. Profesor universitario y escritor. Es autor de 5 novelas, 2 libros de cuentos breves y 5 de poesas, as como tambin de dos ensayos: 'Teora del Caos Social' y 'Leyes y Principios Estratgicos de la Guerra Comunicacional', sobre los que versan sus conferencias internacionales. (Articuloz SC #3162095)