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Desobediencia Civil: Segundo Disparador Del Caos Social

TEORA DEL CAOS SOCIAL / Captulo 9 Desobediencia civil: Segundo disparador del caos social / Andrs Simn Moreno Arreche / ISBN 9789801241312


La desobediencia civil puede ser concebida como un mtodo legtimo de disidencia frente al poder del Estado, que es una forma de pensamiento e ideologa admitida en el seno de una sociedad democrtica. La entropa social que proviene de esta dinmica dispara vrtices caticos sobre, en y dentro de las estructuras societales, como una eclosin social que se genera unas veces de manera espontnea; otras, como consecuencia de la declinacin de un tipo de organizacin.

En las sociedades totalitarias, la desobediencia civil juega un papel estelar porque, como veremos en el desarrollo de este ensayo, se convierte en la buja que genera la chispa necesaria para que los colectivos humanos generen nuevas y ms participativas formas de organizacin social.

Cules son las condiciones que, incluso en un estado democrtico, obligan a considerar hasta dnde es moralmente admisible el principio de obligacin poltica, que justifica la prctica de la desobediencia civil?


Una revisin de los pensamientos desobedientes' de Thoreau, Tolstoi, Einstein y sobre todo el de Gandhi nos colocan en la perspectiva histrica de este disparador del caos social. Thoreau, Tolstoi y Einstein fueron desobedientes respecto de su estado: preconizaron la desobediencia civil del individuo frente al estado teniendo como referentes el estado que formalmente les daba su nacionalidad (EE.UU, Rusia, Alemania) pero tambin fueron crticos del estado en general; es decir, de la forma de organizacin social que llamamos Estado moderno. Pero fue Gandhi el que cre un movimiento de resistencia pacfica y desobediencia civil al que llam Satyagraha, palabra snscrita que significa, abrazo a la verdad.

Lamentablemente, con la desobediencia civil coexiste la violencia social, unas veces como consecuencia de la primera; otras, como generadora de aqulla. Por ello, las temticas conexas de la violencia, como el crimen organizado, las pandillas de los grupos delincuentes y la inseguridad son elementos clave para entender las dinmicas caticas de las sociedades latinoamericanas, cuando estas sociedades son incapaces de dar respuestas convenientes a los conglomerados que las integran.

Cuando la insubordinacin civil, el caos y la violencia callejera se encuentran en un mismo escenario, se crean peligrosos vrtices sociales con consecuencias devastadoras y contrarias al espritu pacifista y transformador de la desobediencia civil. Cules son las principales estrategias de la desobediencia civil? Qu tipo de caos social produce?

1.- Los orgenes de la violencia:

Para muchos estudiosos de la conducta humana, el origen de la violencia reside en la naturaleza o esencia humana, para ello se han referido a autores como Toms Hobbes quien desde el siglo XVI afirmara, en su famoso texto El Leviatn, que la ley que impera en la sociedad es la ley de la jungla, es decir, la ley del ms fuerte; "que el hombre es el lobo del hombre" y que por lo tanto, se requiere un pacto social para que la convivencia humana sea posible. Este autor se adelant al Contrato Social de Rousseau, el cual estipula que, a cambio de garantizarles seguridad y proteccin a los ciudadanos, el Estado los conmina a delegar en l su libertad y a conferirle obediencia. Condicin necesaria para que los hombres puedan vivir civilizadamente en sociedad.

Otros ponentes sostuvieron la posicin contraria, que el origen de la violencia no es innato, o sea que no se encuentra en la esencia humana, sino en su condicionamiento social, poltico, econmico y cultural. Para ello, se apoyaron en la corriente existencialista como marco filosfico, aduciendo que "la existencia precede a la esencia", es decir, que no nacemos con una esencia ya dada cabalmente, sino que cada hombre la va construyendo a lo largo de su vida, en la medida que va realizando actos libres y conscientes; y en consecuencia, es responsable de lo que va haciendo en y de su vida. Por lo tanto, ser la condicin social que lo rodea lo que hace aflorar la violencia.

Si bien ninguna de las dos posiciones sostiene que la violencia pueda eliminarse del todo del espectro humano, la explicacin de sus causas resulta totalmente diferente en una y otra. Las consecuencias tericas y prcticas que se derivan de ellas son fundamentales y, sin duda, opuestas. La postura que sostiene que efectivamente hay una esencia humana y, por ende, que la violencia es innata, estara condenando al hombre a ser irremediablemente violento, o sea, que mientras haya seres humanos la violencia prevalecer, privar, independientemente de la circunstancia social. En cambio, la posicin que se pronuncia por el condicionamiento socio-poltico, econmico y cultural como lo determinante, permite esperar cierta posibilidad de transformacin en las relaciones humanas, un posible cambio de acento respecto del estado de violencia que impera hoy, en nuestro pas y en el mundo, y que ha alcanzado un grado superlativo que resulta deshumanizante y degradante, al estar entrelazado con la impunidad, la mentira y la corrupcin.

Para tener el cuadro completo en toda esta argumentacin habra que aadir un elemento fundamental: el poder, pues es en realidad el poder el que, en su ejercicio, ha originado la violencia para lograr sus propios fines: la dominacin de unos pocos por sobre la mayora.

Una posibilidad sera quiz matizar el tipo de ejercicio o de prcticas del poder, pues si ponemos atencin, desde los inicios de la filosofa occidental tenemos una referencia importante en La Repblica de Platn donde Scrates, contradiciendo a Trasmaco, su discpulo, afirma: "el hombre de bien no es esclavo del afn de poder que mueve a los dems hombres; ste, en cambio, est movido por escapar al poder".

Otra referencia la encontramos en la filosofa contempornea y tiene que ver con el funcionamiento del poder. Quiz la forma hasta ahora mayormente practicada: la del dominio, no sea necesariamente la nica forma de ejercerlo. Podra no tener necesariamente la estructura vertical, piramidal, de dominacin de arriba hacia abajo, sino una forma horizontal, como el rizoma del filsofo francs G. Deleuze, (s. XX) aplicado a la poltica.

2.- Violencia social:

Las temticas conexas de la violencia, del crimen organizado, de las pandillas de los grupos delincuentes y de la inseguridad son centrales para entender las dinmicas de las sociedades latinoamericanas. Latinoamrica es una de las regiones ms violentas del mundo. La tasa de muertes violentas y la tasa de homicidios cometidos por arma de fuego, siguen siendo unas de las ms altas del mundo. De manera diaria, la violencia, que sea poltica o de carcter delincuente, pone en tela de juicio a la institucionalidad en Latinoamrica y debilita sumamente al Estado de derecho. En ciertos pases, como El Salvador, Guatemala, Honduras, Brasil y Colombia, la violencia es el factor principal de deslegitimacin de las instituciones.

En este contexto de violencia y de inseguridad crnica en muchos pases de la regin, la temtica de la seguridad se ha vuelto la prioridad principal entre las demandas sociales de la gente. Hoy en da, en tiempo de elecciones, muchos candidatos evocan en prioridad a las temticas de seguridad y de convivencia ciudadana en sus programas polticos para poder corresponder con las exigencias de la gente. As, las polticas de muchos gobiernos latinoamericanos buscaron ltimamente implementar polticas de seguridad que sean eficaces y sostenibles en el tiempo.

Por medio de esas polticas, durante la ltima dcada, los Estados han tratado de bajar los niveles muy altos de violencia y de inseguridad. Entre esas polticas, podemos distinguir las polticas de "seguridad de Estado" y las polticas de "seguridad pblica". Las polticas de "seguridad del Estado" ponen la responsabilidad de la seguridad en la accin conjunta del Estado, del Ejrcito y de la polica en general. En cambio, las polticas de "seguridad pblica" combinan esos mecanismos tradicionales con mecanismos polticos alternativos como son las campaas pedaggicas y el fomento de la cultura ciudadana para realizar los objetivos de seguridad y de convivencia pacfica. Las polticas de seguridad para los ciudadanos tienen como principio fundacional que la seguridad es la responsabilidad de una pluralidad de actores y no slo de las instituciones del Estado.

Lastimosamente, en la realidad actual, esas polticas de seguridad para la ciudadana no se diferencian mucho de las polticas tradicionales de seguridad del Estado y tienden a usar mtodos muy represivos. La creciente implementacin de polticas de "seguridad ciudadana" en Amrica latina no ha contribuido a bajar el nmero de crmenes, de delitos y de hurtos. Por su accin constante de fragmentacin de las sociedades locales y de exclusin de los "malos ciudadanos", esas polticas de "seguridad" han contribuido ms bien a socavar el Estado de derecho y el monopolio de la violencia, los dos pilares principales de la democracia.

Adems, el discurso omnipresente en los medios de comunicacin sobre la violencia y el crimen en vez de tranquilizar a los ciudadanos ha tendido ms bien a debilitar la convivencia pacfica y a sembrar el terror entre la gente.

Las campaas pedaggicas impulsadas por algunos gobiernos locales en El Salvador y la educacin y formacin acadmica de los policas en temas de consolidacin de la democracia, derechos humanos y procedimientos, no han permitido an un mejoramiento importante de la situacin de la seguridad en la ciudad. No se nota una buena apropiacin de las normas urbanas de seguridad y de convivencia por parte de los habitantes de la ciudad y los policas siguen siendo vistos como abusadores de derechos.

Hoy, la violencia se presenta a veces como el principal contexto del actuar de los individuos y por esa misma razn, la demanda de seguridad privada ha sido creciente durante la ltima dcada. Los costos en trminos sociales, polticos y econmicos de la violencia siguen siendo altsimos, como ya lo hemos detallado en anteriores escritos.

Hasta ahora, los resultados obtenidos por las polticas de seguridad en trminos de reduccin de la inseguridad y de la tasa de homicidio por arma de fuego, de incremento de la confianza institucional y de fomento de la cultura ciudadana siguen siendo deficitarios. Las polticas de seguridad pblica no han logrado diferenciarse suficientemente de las polticas tradicionales derechistas de seguridad del Estado. No se ha podido comprometer suficientemente a las comunidades locales y a la totalidad de los ciudadanos en la bsqueda colectiva de la seguridad y de la convivencia pacfica. La participacin y el control de los ciudadanos han sido muy escasos hasta ahora y no han sido considerados todava como elementos esenciales de la convivencia pacfica y de la poltica de seguridad pblica, particularmente en contextos urbanos.

En un medio en el cual las sociedades latinoamericanas se vuelven cada vez ms armadas y frente al fenmeno cada vez ms fuerte de privatizacin de un bien pblico como la seguridad colectiva, podemos plantear las siguientes preguntas: Cmo implementar en un futuro el control ciudadano sobre las polticas de seguridad estatales, un ejercicio indispensable a la realizacin del Estado social de derecho? Cmo salir del esquema tradicional de la implementacin de polticas represivas que han resultado ineficaces en la realizacin del objetivo de proteccin efectiva de los ciudadanos latinoamericanos? Cuando los gobiernos son incapaces de controlar la violencia social de sus ciudadanos, bien por impericia, bien por incapacidad, enfrentan en el corto plazo escenarios de desobediencia civil, con catastrficos resultados, tanto para el Estado como para los conglomerados sociales que la asuman.

3.- El malestar social en la posmodernidad:

Fenmenos tan complejos como el crecimiento de la violencia social, el aumento en el consumo de drogas y la desintegracin familiar tienen diversas races. Problemas de esta ndole no slo tienen un origen poltico o econmico, sino tambin poseen causas sociales y culturales diversas. Una forma de explicar la complejidad a la que nos estamos enfrentando es entender que nuestra sociedad est inmersa en la llamada "poca posmoderna", una etapa que se caracteriza por desconfiar de los alcances de la razn humana para comprender la realidad. La posmodernidad es consecuencia, como su nombre lo indica, de la modernidad, una poca histrica que daba a la racionalidad humana un alcance desmedido, soberbio. La modernidad, que arranca a finales del siglo XV, consider que era fcil crear grandes teoras y sistemas, muchos de los cuales se buscaron imponer con dogmas irrefutables. Las consecuencias fueron diversas: desde ideologas omni abarcantes hasta totalitarismos exterminadores.

La reaccin de la posmodernidad plantea la nica opcin de un escepticismo intelectual que renuncia a querer conocer la verdad. Proclama la supuesta incapacidad del ser humano para conocer el aspecto esencial de las realidades que nos rodean. El pensamiento posmoderno es, en buena medida, un pensamiento dbil que se traduce en confusin y relativismo. Al desmoronar la comprensin humana universal, la posmodernidad tira tambin los criterios ticos y polticos. De esta forma quedamos sin asideros ni races donde sujetarnos y sin referentes y horizontes hacia donde conducirnos.

Gilles Lipovetsky denomina a nuestra poca como la "era del vaco" y apunta:

"Ya ninguna ideologa poltica es capaz de entusiasmar a las masas, la sociedad posmoderna no tiene ni dolo ni tab, ni tan slo imagen gloriosa de s misma, ningn proyecto histrico movilizador, estamos ya regidos por el vaco, un vaco que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis".

Ello desencadena diversos fenmenos como el individualismo y la apata social, y fugas como el hedonismo y el consumismo irrefrenable. Hannah Arendt, una de las mujeres ms brillantes del siglo XX, explica en su obra Los orgenes del Totalitarismo cmo la desintegracin social va avanzando a travs de la despolitizacin y la desmoralizacin.

"Lo que aqu est en juego sobrepasa, por una parte, la prdida de capacidad para la accin poltica, condicin central de la tirana, y, por otra, el aumento de la carencia de significado y la prdida del sentido comn...; lo que est en juego es la prdida de la bsqueda de sentido y la necesidad de comprensin. Sabemos cmo, bajo la dominacin totalitaria, la gente, aunque no lo experimentara como tal, fue conducida muy cerca de esta condicin de ausencia de significado...".

Arendt relata cmo en los campos de concentracin, a travs de un tormento psicolgico, se haca a los presos cavar hoyos para luego rellenarlos, con el objetivo de demostrar lo intil y pobre que era su vida.

La revitalizacin del significado de la existencia slo puede partir, como lo seala Alejandro Llano, desde una nueva forma de comprender la libertad, entendida no como ausencia de vnculos o ruptura, sino, por el contrario, como expresin de autntico compromiso. Vidas que son capaces de entrelazarse con otras libertades para ensanchar sus horizontes, porque no es en el "yo solitario" donde el ser humano se realiza, sino en el "nosotros", que hace posible vivir la experiencia de convivir y compartir.

Como apunta Vclav Havel:

"El nacimiento de un modelo econmico y poltico mejor debe, hoy ms que nunca, partir de un cambio existencial y moral ms profundo de la sociedad se trata de algo que slo puede ocurrir como expresin de una vida que cambia. No se afirma, pues, que la introduccin de un sistema mejor garantice automticamente una vida mejor, sino que a veces sucede precisamente lo contrario; slo con una vida mejor se puede construir tambin un sistema mejor".

4.- El malestar social tambin es sicoptico

De manera natural algunas personas tienen habilidades que les hacen fciles las relaciones, pero a pesar de esta facilidad igualmente pueden sentir en ocasiones cierto malestar. Habilidades como la empata, es decir ser capaz de ponerse en el lugar del otro, pueden tener sus efectos secundarios. Si uno percibe fcilmente cmo se sienten los dems, podr agobiarse con frecuencia debido a que buscar conseguir no molestar, no generar conflicto o evitar que se le tache de algo negativo. Es fcil que a pesar del xito social los niveles de malestar sean ms altos de lo que sera deseable.

Especialmente durante la adolescencia no ser hbil socialmente puede ser muy traumtico. En esta poca de la vida el grupo se convierte en el referente principal. Ser rechazado es duro y suele tener gran repercusin futura. Por esa razn un adolescente suele estar tan marcado y suele ser tan fiel a su grupo de amistades. La necesidad de aceptacin se convierte en algunos casos en la tirana de la aceptacin.

En el continuo de la ansiedad social, podemos valorar desde las vivencias puntuales de ansiedad social hasta la fobia social. Lo primero es comn en todas las personas, la fobia es mucho ms minoritaria pero relativamente frecuente en la poblacin general, entre un 3 y un 13% segn diferentes estudios. Cuando el malestar se torna bloqueante, es decir, cuando la persona evita recurrentemente situaciones sociales para no estar mal a pesar de desear las relaciones, es entonces cuando se hace necesario poner medios para afrontar el problema. De no ser as este malestar puede ir en aumento y adems generalizarse a otras situaciones.

En ocasiones las personas utilizan diferentes estrategias para librarse a corto plazo del malestar, por ejemplo: hablar mucho para evitar silencios incmodos, buscar la compaa de la gente que le d ms confianza dentro de un grupo, callarse para no caer en ridculo, no preguntar dudas para no parecer ignorante Generalmente lo que ms se suele evitar es ser el centro de atencin, es por esto que situaciones como hablar en pblico pueden llegar a resultar muy angustiantes. Si a este hecho le aadimos la preocupacin por el evidente sonrojo facial, por el temblor momentneo en la voz o el pulso; en definitiva, que los dems se den cuenta de su nerviosismo, el temor aumenta. Como en todas las fobias o situaciones que nos resultan incmodas, la tendenciaes a intentar evitar el malestar. Esta situacin resulta muy til a corto plazo pero mantiene el problema y no ayuda a resolverlo.

Socilogos e investigadores sociales sostienen que los nuevos malestares sociales de esta poca hper consumista y absolutamente eglatra no son consecuencia de las relaciones de produccin, porque se trata de un malestar que no requiere de una lectura social, mucho menos poltica ya que esa pesadumbre es privada, de cada individuo, de la patologa de su desajuste emocional porque no ha sabido estar a la altura del tiempo o el destino. Ello viene a confirmar las estrategias de individualizacin y patologizacin de numerosos malestares modernos.

Qu ha pasado? Con la posmodernidad se perdi la nocin del presente y entonces la realidad se reconvirti. Y as, poco a poco, los individuos de las sociedades posmodernas fueron abandonando por obra y gracia del relativismo narcisista al nihilismo paralizante, renegando incluso del futuro. Entonces las biografas sociales, como referentes de cultura, se fragmentaron, se editaron los relatos de emancipacin social, se le dio ms importancia a la esttica que a la tica, y la egolatra hper consumista sirvi para justificar, desde las flexibilidades del mercado hasta la contencin histrica de nuestros cuerpos. Las viejas solidaridades de clase fueron debilitadas por las estrategias histricas de la proteccin comunitaria. El espacio vital se remodel y la deslocalizacin sirvi para perpetuar las distancias entre los sujetos.

La poltica, como concepto instaurado a principios del Siglo XX, y como promesa de redencin social, ha sido derrotada como arma de combate, y el derecho al yo por encima de todo' ha compensado la creciente despolitizacin de las relaciones sociales. Pero la felicidad anunciada en la posmodernidad no llega y todo se satura de consejeros, de manuales de autoayuda, de ingenuas utopas que crecen en medio de una progresiva descertificacin social. Y entonces los dogmas religiosos se rearman y vuelven a emerger como sustitutos de las convicciones abandonadas por la razn colectiva, que se percibe sepultada entre las pginas de una historia inacabada, porque el viejo conflicto social de clases, aquel que inspir y anim a las mayoras excluidas, se ha reconvertido en un conflicto global que pretende explicar todas las resistencias. Se despolitiz el conflicto en las sociedades transmutndose en un asunto personal aupado tras la victoria del yo narcisista. Los sindicatos, las agencias de voluntarios, las agencias sociales y los grupos institucionalizados de presin social, han asumido una estrategia de contencin del conflicto social, cada vez menos politizado y ms blindado en su lectura y posibles alternativas de cambio social real.

Pero el malestar social se transforma en un conflicto que deja vctimas. Muchas aguardan en la larga lista de los centros de salud mental, en los despachos privados de los psiclogos, en los servicios sociales o en el paro puro y duro. Son los que sobreviven, los consumidores de anti ansiolticos, quienes han somatizado la dureza de una vida sin redes de proteccin en la fibromialgia social de nuestros das. Y es que las biografas personales se han despolitizado, el sufrimiento se ha des-socializado y se ha reconvertido en un problema absolutamente privado, donde el individuo psiquiatrizado y asistencializado, es aconsejado por psiquiatras, jueces y asistentes sociales, el triunvirato profesional de la contencin social que responde a la sodomizacin asistencial de una nueva lucha de clases: Entre los adaptados sumisos de la posmodernidad y los que no, surge una lectura acrtica donde el malestar social pierde significado poltico y ste se normaliza y se reintegra al caudal social, ahora como malestar privado.

La privatizacin del conflicto social est determinada por ciertas posiciones ante el propio conflicto, que bsicamente resumen los modelos relacionales con el propio acontecer diario, sus problemas y la forma de transferir responsabilidades entre los sujetos histrico-polticos y las instituciones. Y es que la posmodernidad inaugur una serie de derechos basados en la primaca del yo. Ese yo hper consumista de deseos, satisfacciones y hedonismos individualistas, ajenos a las consecuencias que generan, nos ha eximido de nuestra responsabilidad conductual. Las cosas ocurren, pasan y acontecen sin que ningn sujeto asuma responsabilidades. Los sucesos y las acciones se sitan en el limbo, sin gravamen alguno. Y es que la experiencia vital carece ya de enseanzas porque la propia realidad est desdramatizada. Porque la hper individualizacin ha fagocitado toda lectura crtica y poltica de la realidad y los sujetos permanecen ajenos a los compromisos. Pero tambin el Estado, el Gobierno, las instituciones y las administraciones pblicas se han inhibido de cualquier responsabilidad transfirindola al individuo enaltecido y blindado por los derechos del yo consumista. Las 150 mil vctimas por armas de fuego en los ltimos diez aos en Venezuela no son responsabilidad de nadie. No tiene responsables porque nadie se hace cargo del drama de todas esas familias, que al final tambin son vctimas de una inseguridad ciudadana incontrolable e indetenible.

El malestar social se refleja en el sistema de los servicios sociales, pblicos y privados, que victimizan las patologas personales haciendo creer al sujeto que es el culpable de su situacin. Los paros de larga intensidad, la precariedad laboral, la exclusin social, la pobreza endmica, el incremento de los divorcios, el estrs patolgico, y la ansiedad que se vuelve una nueva categora gnoseolgica, que explican los nuevos problemas sociales, que estn absolutamente despolitizados en su anlisis y significado. Por ejemplo, los Servicios Sociales han inventado herramientas de normativizacin social como el B.A.E. (la Bsqueda Activa de Empleo) en Espaa; los acuerdos de incorporacin y el itinerario de insercin en Italia, como ejemplos de propuestas tcnico-burocrticas, totalmente descontextualizadas de la realidad social, pues los sujetos patologizados y desautorizados se ven obligados a desprenderse de su protagonismo histrico para insertarse como instrumento de un programa que lo reduce a un guarismo estadstico.

Ya no interesan las causas que han generado esa pobreza, o el abandono o la desesperacin, como si los sujetos hubiesen elegido su propia miseria. Nada se opina sobre las condiciones o las relaciones laborales, sociales, familiares, patriarcales, sexistas o de dominacin. Nada se dice en esta posmodernidad sobre las causas reales de la inseguridad; del por qu existen las infraviviendas, o los salarios parciales, tampoco nada se opina sobre los talleres ilegales y las mltiples formas de explotacin invisible. Nada. Pareciera que en la posmodernidad slo interesara generar individuos sujetos a la asistencia pblica, seres acrticos que van a la deriva, que no asimilan su naufragio involuntario, a esos para quienes el porvenir es una larga agona sin desenlace. Son precisamente ellos quienes motorizan el caos social de la desobediencia civil. La espoleta del disparador. Origen y efecto del vrtice social que antecede y sucede, simultneamente, a la transformacin de las estructuras sociales.

5.- La desobediencia civil, manifestacin del malestar social:

Existe una definicin de desobediencia civil que ha sido ampliamente aceptada, la que propone Hugo Adam Bedau, quien clarifica lo que la desobediencia civil realmente es, con independencia de su justificacin tica o poltica:

"Alguien comete un acto de desobediencia civil, si y slo si, sus actos son ilegales, pblicos, no violentos, conscientes, realizados con la intencin de frustrar leyes -al menos una-, programas o decisiones de gobiernos."

En una definicin que ha sido seguida por un gran nmero de autores, como el filsofo moral estadounidense John Rawls en su obra Teora de la justicia sostiene, reafirmndose en Bedau, que la desobediencia civil es:

"Un acto pblico, no violento, consciente y poltico, contrario a la ley, cometido con el propsito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno. Actuando de este modo apelamos al sentido de justicia de la mayora de la comunidad, y declaramos que, segn nuestra opinin, los principios de la cooperacin social entre personas libres e iguales, no estn siendo respetados."

La desobediencia civil busca inducir a un cambio en normas jurdicas o polticas gubernamentales que se consideran ilegtimas a la luz de los principios que rigen la vida social, es decir, que pretende identificarse con los fundamentos constitucionales del Estado democrtico para que los cambios se logren a travs de una protesta en la que se apela al, sentido de justicia de la mayora, esto es, a ciertos valores cvicos que son compartidos por los ciudadanos protestatarios. La desobediencia civil vista desde la perspectiva liberal, tiene dos modalidades: directa e indirecta. La primera consiste en la violacin colectiva a una norma jurdica que en s misma es considerada injusta. La segunda es la desobediencia a leyes en s mismas vlidas, con el objetivo de realizar una protesta y plantear opciones, sugerencias y cambios al Estado cuando no existen los medios ni las oportunidades de violar directamente los programas de gobierno o las acciones gubernamentales objetados. Vista as, la desobediencia civil se transforma en, el eje central para la adecuada comprensin de los fundamentos morales de la democracia porque implica la cuestin de la naturaleza y lmite de la regla de las mayoras con base en la cual se adoptan decisiones pblicas obligatorias en un sistema democrtico.

Jrgen Habermas tambin acepta esta definicin de desobediencia civil, pues al referirse a la enunciacin de John Rawls hace el siguiente comentario:

"Son irrebatibles las determinaciones fundamentales que se derivan del objetivo de la apelacin a la capacidad de raciocinio y sentido de justicia de una mayora de ciudadanos. La desobediencia civil es una protesta moralmente fundamentada en cuyo origen no tienen por qu encontrarse tan slo convicciones sobre creencias privadas o intereses propios; se trata de un acto pblico que, por regla general, es enunciado de antemano y cuya ejecucin es conocida y calculada por la polica; incluye propsito de violacin de normas jurdicas concretas, sin poner en cuestin la obediencia frente al ordenamiento jurdico en su conjunto; requiere la disposicin de admitir las consecuencias que acarrea la violacin de la norma jurdica; la violacin de la norma que es la manifestacin de la desobediencia civil tiene exclusivamente un carcter simblico: aqu es donde reside el lmite de los medios no violentos de la protesta."

Podemos inferir que Habermas considera a la desobediencia civil un acto colectivo, no violento y consensuado, que se desenvuelve dentro del marco constitucional del Estado democrtico, en el que se busca... "configurar de una manera no convencional la voluntad poltica colectiva"... para lo cual los desobedientes deben fundamentar su posicin en testimonios que puedan ser objeto de un consenso y no en convicciones privadas de la sociedad, a pesar de que ambos aspectos consenso pblico y objetivos privados- puedan coincidir en los objetivos de la desobediencia. Por ello y siguiendo el pensamiento de Habermas, la desobediencia civil no persigue otro objetivo que identificarse con los principios polticos comnmente compartidos, los mismos que sirven de fundamento a los Estados democrticos.

Esta forma de conducta cvica, a diferencia de otros actos polticamente motivados, no busca la ruptura o reorganizacin del orden constitucional; los actos de desobediencia civil utilizan la violacin de las leyes, en forma simblica y calculada, para comprometer la conciencia moral de toda la comunidad, forzndola a revisar una cuestin a la luz de sus fundamentos de legitimidad. Por ello, segn Habermas, la desobediencia civil desempea un importante papel innovativo y correctivo en un sistema democrtico y la respuesta que el Estado le d y su capacidad de incorporarla al proceso institucional constituye la prueba de fuego de la madurez democrtica que ha alcanzado.

Para otros autores, como Paul F. Power, la desobediencia civil es como una... "violacin de las leyes de un sistema determinado, deliberada, pblica y en forma articulada, que busca cambiar las leyes o polticas del rgimen, no daina a la integridad de la persona, que respeta los derechos de otros y que se lleva a cabo dentro de la jurisdiccin del Estado para expandir y aplicar la tica democrtica." Power la concibe como un mtodo especial de impedimento civil a determinados comportamientos del estado, o frente a especficas legislaciones que vulneran de acuerdo con la percepcin del conglomerado- aspectos vitales y morales, y que ser un acto pblico, no violento y que busca un cambio poltico, debe ser situado dentro de los lmites de la participacin de los ciudadanos en cualquier rgimen democrtico. Ms an, al ejecutarse la desobediencia civil dentro de la jurisdiccin del Estado, lo que se manifiesta en ltima instancia, por el sometimiento voluntario a las consecuencias legales del acto de desobediencia, es el engrandecimiento y la vigorizacin de los ms altos valores de la democracia. De esta forma, Powell intenta mostrar que la desobediencia civil, en la medida en que se coloca dentro de la jurisdiccin del Estado y se ejecuta para producir un cambio en una ley o poltica, no busca derrocar al gobierno o transformar la estructura social bsica, pues este tipo de comportamiento social consensuado debe acometerse en pblico y satisfacer la obligacin de la no violencia, en defensa de los valores polticos fundamentales de la democracia. Para Powell, la manifestacin pblica de la desobediencia civil pretende incitar una discusin crtica sobre los aspectos vitales para la existencia de la comunidad, y al ser no violenta, manifiesta que "las personas desobedientes respetan los derechos humanos como valores morales y el cambio pacfico como esencial al proceso democrtico".

Opuesto a las interpretaciones de Habermas y de Powell sobre desobediencia civil, Joseph Raz sostiene que las definiciones llamadas "estrictas" de desobediencia civil confunden el acto poltico en s mismo con las condiciones bajo las cuales la violacin al derecho se considera justificada. Raz afirma que las definiciones de Habermas y de Powell lo que en realidad hacen es "sealar una clase de accin poltica legtima", por lo que su objetivo consiste en desarrollar una definicin que sea "valorativamente neutra" y que separe la caracterizacin de este tipo de actos polticos de su justificacin. En esta orientacin, Raz considera que "los anlisis de la desobediencia civil que favorecen un limitado entendimiento de la expresin tienen sentido nicamente en el supuesto de que exista un derecho a la desobediencia civil". Y por ello se apresura en afirmar que en las democracias, el recurso de la desobediencia civil no slo es una conducta ilcita, sino moral y polticamente reprobable, por cuanto que en estos sistemas polticos existen vas para la participacin poltica, el control del ejercicio del poder y la reivindicacin de derechos ciudadanos.

Si se niega la posibilidad de que exista un derecho a la desobediencia civil, como lo hace Raz, se asume el riesgo, en palabras de Raz, de "volver rutina y una forma regular de accin poltica" a un acto que se "encentra fuera de los lmites legtimos de tolerancia". Para Raz slo en un Estado no liberal es donde existe efectivamente un derecho a la desobediencia civil, dado que ah se niega a los ciudadanos el derecho a la participacin poltica. En los Estados liberales la desobediencia civil tiene que definirse como "una violacin del derecho polticamente motivada, bocha ya sea para contribuir directamente al cambio del derecho o de una poltica o, bien, para expresar la protesta de uno, en contra o para disociarse de una disposicin jurdica o de una poltica". Se trata de una definicin amplia de desobediencia civil, como la propuesta por dicho autor, que no explica adecuadamente el fenmeno de la desobediencia legal realizada para desconocer una ley o poltica gubernamental que sean contrarias a los principios democrticos fundamentales, cuando las vas institucionales de participacin poltica y jurdica estn cerradas.

No obstante, la postura de Raz plantea una importante objecin formulada con frecuencia a la desobediencia civil desde el punto de vista de la democracia: Cmo es posible justificar la desobediencia civil si (en una democracia) existen vas eficientes para el intercambio del poder? Cuando Raz considera que la desobediencia civil puede ser tanto violenta como no violenta, confunde este fenmeno con el de la violencia poltica pero el que los actos de desobediencia civil sean, entre otros elementos, no violentos no hace que se toleren en s mismos, con independencia de sus causas y finalidades. No obstante, parece un hecho indiscutible que la no violencia es, por lo general, preferible a la violencia, dado que la primera refleja, utilizando las palabras de Karl Popper, "fe en la razn", mientras que con la segunda se corre siempre el riesgo, como lo afirma Hannah Arendt, de que "los medios sobrepasen a los fines que la justifican", volvindose irracional.

Hay otros autores que si justifican la desobediencia civil en los sistemas democrticos liberales, pero que no consideran que la no-violencia sea uno de sus elementos esenciales. Por ejemplo, Howard Zinn quien afirma que la desobediencia civil "consiste en vaciar intencional y voluntariamente una ley para realizar un propsito vital". Considera que quienes opten por una desobediencia civil "deben seleccionar las tcticas menos violentas para hacer eficaz su protesta y significar su problematicidad", pero no considera que la no violencia o la propaganda sean elementos constitutivos de la desobediencia civil. Por el contrario, considera que en la medida en que la desobediencia civil busca captar la atencin de la comunidad sobre una determinada situacin, la no violencia de esa desobediencia se convierte en una tctica racional para lograr dicho objetivo, pues ser ms eficaz que la violencia en atraer la opinin pblica a su favor.

Aqu se toma la lnea de definicin estricta de desobediencia civil propuesta por Bedau. Como se ha dicho, establecer la diferencia crucial entre la desobediencia civil y la violencia poltica, permite valorar a la primera como una estrategia de transformacin social acorde con los fundamentos de las democracias constitucionales. El llamado movimiento de los derechos civiles, precedido por Martin Luther King en los Estados Unidos, precisamente demostr que la desobediencia civil puede ser una forma legtima de resistencia en un Estado democrtico. Dirigido a cuestionar situaciones bien determinadas de injusticia bajo los principios constitucionales y no a fracturar la legitimidad del ordenamiento jurdico en su conjunto o a tomar el poder poltico, el movimiento de los negros no poda ser equiparado con la violencia poltica, la anarqua o el crimen. Este movimiento de desobediencia civil plante un nuevo reto moral y poltico a la democracia norteamericana, y la conceptualizacin de Bedau es la que mejor permite visualizarlos. En la medida en que la resistencia se manifest en forma pblica, no violenta y sobre el fundamento de consideraciones poltico-morales, estaba dirigida a instituciones capaces de integrar la crtica, autocorregirse y reformarse pacficamente.

Es por todo lo anteriormente expuesto que la desobediencia civil se convierte en uno de los recursos ms utilizados, pero tambin uno de los ms polmicos, para acometer la lucha de emancipacin de los pueblos oprimidos poltica, econmica o culturalmente. Entre otros autores que tambin teorizado sobre la desobediencia civil hay un acuerdo en que sta puede definirse, grosso modo, como un acto que, motivado por convicciones de conciencia o principios de justicia, implica:

a) El incumplimiento de un mandato del soberano por parte del agente (carcter desobediente)

b) La aceptacin responsable de las consecuencias de dicho acto (carcter civil).

El carcter civil de la desobediencia hace depender directamente de la aceptacin voluntaria del castigo derivado de la legislacin existente por la conculcacin de la ley. Esta disquisicin mnima de la desobediencia civil presupone varias cosas: que existe un Estado que emite mandatos; que el individuo est obligado a obedecerlos por su condicin de ciudadano; que existe un orden jurdico que establece consecuencias previsibles al incumplimiento de los mandatos; que este orden incluye unos principios de justicia a los que el ciudadano puede apelar; que en virtud de esos principios, el ciudadano puede juzgar que desobedecer civilmente es el tipo de accin ms razonable ante las circunstancias. Lo que permite concluir que todo acto de desobediencia civil es un acto de desobediencia a la ley, pero que no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil.

Como hemos ledo en prrafos anteriores, hay autores que han defendido la justificacin de la desobediencia civil por razones morales, polticas o jurdicas , y que para que la desobediencia a la ley pueda ser considerada civil en un estado democrtico deben preexistir algunas condiciones o requisitos. A partir de ah se suele establecer un corte radical entre la prctica de la desobediencia civil en sociedades pre-democrticas o proto-democrticas (sociedades en las que escribieron personalidades como Thoreau, Tolstoi, Gandhi y Einstein) y la prctica de la desobediencia civil en sociedades cuya constitucin garantiza la democracia representativa y, por tanto, la resistencia legal de los ciudadanos.

De entrada, se exige que las personas o el colectivo que practican la desobediencia civil deban ser conscientes de sus actos y estar comprometidos con la sociedad en que la ejerce. Civil equivale ah a espritu cvico. Y en este sentido, el comportamiento del desobediente no estar movido por el egosmo personal o corporativo, sino por el deseo de universalizar propuestas que objetivamente mejorarn la vida en sociedad. El ejercicio de la desobediencia civil habr de ser pblico, en consonancia con la pretensin de quienes la practican de convencer al resto de los ciudadanos de la justicia de sus demandas. El ejercicio de la desobediencia no vulnerar aquellos derechos que pertenecen al mismo bloque legal sobre los que se sostiene aquello que se demanda. De donde se deduce que la desobediencia habr de ejercerse pacficamente. sta es la segunda acepcin de civil: pacfico, no violento. Se exigir adems al desobediente un compromiso de fondo, moral, con los principios poltico-jurdicos que inspiran el estado democrtico, de modo que el desobediente no pretender transformar enteramente el orden poltico democrtico ni socavar sus cimientos, sino slo promover la modificacin de aquellos aspectos de la legislacin que entorpecen el desarrollo de grupos sociales marginados o lesionados o, en su caso, de toda la sociedad. Civil se equipara aqu a aceptacin de las reglas del juego de la democracia.

Condiciones o requisitos tales como el carcter pblico, no-violento, de ltimo recurso, comprometido y con aceptacin voluntaria de la sancin dejan fuera de la prctica de la desobediencia civil no slo la desobediencia a la ley habitualmente considerada como criminal por el cdigo penal, sino tambin aquellos actos o actitudes de desobediencia a la ley que en un estado democrtico tengan que ver con la conspiracin y el sectarismo (por el secretismo de stos frente al carcter pblico), con el golpe de estado (que socava el principio de alternancia en el poder por va electoral, a travs del sufragio), con el terrorismo o la revolucin (que van contra el carcter pacfico, no violento en principio, de la desobediencia civil).

Algunos de estos requisitos suponen en el agente (individual o colectivo) de la desobediencia civil no slo la aceptacin del principio de obligacin poltica, que se predica para todos los ciudadanos, sino tambin un concepto de la moralidad (y de la coherencia moral) que est por encima de lo que se suele exigir al conjunto de la poblacin (incluidos algunos de los acadmicos que teorizan en tales trminos sobre la desobediencia civil). Esto se explica, en parte, porque, incluso cuando se defiende la justificacin tico-poltica, no slo moral, de la prctica de la desobediencia civil se suele tener in mente, a posteriori, la superior moralidad de personalidades como Thoreau, Tolstoi, Gandhi, Einstein o Martin Luther King, en el sentido de considerar que, para ellos, la desobediencia a la ley fue siempre lucha contra la injusticia y que sta residi siempre en el recurso a principios morales superiores, pre-jurdicos o meta-jurdicos, que son casi intuitivamente identificables por la conciencia de los humanos. Como detallaremos ms adelante, en Thoreau, Tolstoi, Einstein y Martin Luther King hay poca teora sobre la justificacin de la desobediencia civil. La defendieron como una actitud prctica suficientemente justificada, desde el punto el punto de vista moral, frente a situaciones de injusticia que denunciaban.

El Centro, el equilibrio y la controlentropa constituyen los 3 principios organizadores de las sociedades posmodernas; principios que poseen un alcance extraordinariamente general. Se trata de un principio estructurante que introduce un orden determinado en el mbito donde acta. En el campo de lo social quien dice orden est diciendo tambin poder. Todo principio de orden es al mismo tiempo un principio de poder por el hecho mismo de que todo orden conlleva una coercin ejercitada en contra de la entropa que lo amenaza. Existen, por supuesto, distintas formas de coercin, y la que recurre a la polica difiere notablemente de la que resulta de una negociacin y de un acuerdo. Sin embargo, ello no excluye el que no existe orden sin coercin, y por lo tanto, que no existe orden sin ejercicio del poder.

Este es el postulado sobre el que se eleva la desobediencia civil, que debe ser concebida como un mtodo legtimo de disidencia frente al poder del Gobierno o del Estado, debiendo ser admitida tal forma de pensamiento e ideologa en el seno de una sociedad democrtica.

Definimos a la desobediencia civil como la negativa a prestar obediencia a leyes, decretos o normas de algn gobierno o poder estatuido, que a juicio del desobediente no son justas o las considera nulas por contravenir una ley superior (la Constitucin, el Libro Sagrado, etc.) o porque contravienen sus valores y su tica. Esta desobediencia ciudadana tiene el fin de ocasionar un cambio en las leyes que contravienen esos preceptos, y se caracteriza por ser un acto pblico, consciente y creador de conciencia, fundamentalmente poltico y contrario al status quo. En este marco, la desobediencia civil se transforma en un disparador del caos social, pues en tanto que No-Violencia Activa, se propone como una va de accin fundamental para el trabajo de transformacin social en pos de una sociedad consciente y participativa.

A pesar de ser un derecho ciudadano de reciente data, el uso de la no violencia existe a lo largo de toda la historia, que ha reseado casos de poblaciones enteras negndose a cooperar con la justicia de una forma valiente y no violenta. Sin embargo, la fusin de la lucha organizada de masas con la no-violencia es relativamente nueva. Se origin en mayor parte con la Satyagraha de Mohandas Gandhi en 1906, a principios de la campaa Sur Africana para los derechos de los hinds. Ms tarde, la lucha Hind para la independencia total del Imperio Britnico incluy un nmero de campaas no violentas espectaculares. Quizs la ms notable fue la campaa de Sal que duro un ao, en la cual 100,000 hinds fueron encarcelados por violar las Leyes de Sal de una forma premeditada.

El rechazo a responder a la violencia del sistema social represivo con ms violencia es una tctica que ha sido empleada por otros movimientos, como la campaa militante para el sufragio de las mujeres en Gran Bretaa, que incluy una variedad de tcticas no violentas, tales como los boicots a determinados sitios y productos, la no-cooperacin en circunstancias en las que era esencial la presencia de una mujer, la destruccin limitada de propiedad, la desobediencia de ciertas leyes, las demostraciones de fuerza cvica con marchas masivas, y hasta llenando crceles por la disrupcin de ceremonias pblicas.

Tambin el pueblo Salvadoreo utiliz la no violencia como un elemento poderoso y necesario en su lucha, particularmente durante las dos dcadas que van 60 y 70 del Siglo XX, con la participacin activa de comunidades de base cristiana, los sindicatos, distintas organizaciones de campesinos, y grupos de estudiantes que llevaron a cabo ocupaciones y sentadas en las universidades, en los despachos gubernamentales, y en las fbricas y haciendas.

Los pioneros de la desobediencia civil

Thoreau, Tolstoi y Einstein fueron tres ilustres desobedientes respecto de sus Estados: preconizaron la desobediencia civil del individuo frente al Estado teniendo como referentes el Estado que formalmente les daba su nacionalidad (EE.UU, Rusia, Alemania) pero tambin fueron crticos del Estado en general como forma de organizacin social moderna. Gandhi preconiz la desobediencia civil en la India frente a un Estado colonizador ocupante, Inglaterra, y ese ha sido el modelo, aunque minoritario, de otras luchas a favor de la descolonizacin. Aduciendo estos ejemplos la desobediencia civil clsica, adems de estar vinculada a lo no-violencia, se ha entendido siempre hasta ahora vinculada a un proyecto emancipador libertario. As fueron ledas las obras de los autores mentados tanto por sus seguidores como por sus detractores. Thoreau ha sido considerado uno de los padres del libertarismo moderno. Y sintomticamente a Tolstoi se le neg el premio Nobel de la Paz, segn argumentaba la comisin acadmica correspondiente, por su "anarquismo", por su crtica feroz al Estado.

Thoreau:

En el caso de Thoreau la desobediencia civil aparece como una actitud de ltimo recurso frente a la guerra de EE.UU contra Mxico en 1848 y frente a la persistencia de la esclavitud en la sociedad estadounidense. En tal contexto Thoreau ha escrito la primera palabra de la desobediencia civil, siempre recordada:

"Existen leyes injustas. Nos contentaremos con obedecerlas? Nos esforzaremos en enmendarlas, obedecindolas mientras tanto? O las transgredimos de una vez? Si la injusticia requiere de tu colaboracin, rompe la ley. S una contra-friccin para detener la mquina [...] Bajo un estado que encarcela injustamente, el lugar del hombre justo es tambin la crcel. Hoy el nico lugar que el gobierno ha provisto para sus espritus ms libres est en sus prisiones, para encerrarlos y separarlos del estado, tal y como ellos mismos ya se han separado de l por principio. All se encontrarn el esclavo fugitivo, el prisionero mexicano y el indio. Es la nica casa en la que se puede permanecer con honor".

Tolstoi:

Algunas dcadas ms tarde, y al otro lado del mundo, en la obra del viejo Tolstoi la desobediencia civil aparece tambin como la nica actitud moral posible contra la guerra, la educacin militarista, el absolutismo y la violencia de un rgimen, el zarista, que de hecho segua manteniendo en la servidumbre a la poblacin campesina rusa. La desobediencia civil tiene en el viejo Tolstoi una dimensin inequvocamente religiosa: se basa en la denuncia radical de las incoherencias y contradicciones de un imperio que se presenta confesionalmente como cristiano y que conculca en la prctica el primer mandamiento de la Ley de Dios. Por eso Tolstoi, al predicar la desobediencia civil, puede llegar a decir que, desde el punto de vista moral, el Estado es peor que cualquier banda organizada de delincuentes.

Albert Einstein:

En el caso de Einstein, que fue un cientfico con conciencia cvica, la desobediencia civil es presentada en los aos de entreguerras como recurso moral contra el militarismo prusiano y contra el racismo que inspiraron el ascenso del nacional-socialismo en Alemania y, ms tarde, en los primeros aos de la guerra fra, como protesta contra lo que l mismo llam "el poder desnudo" en la poca del macartismo en EE.UU. Todava en el caso de Luther King, que ha sido el smbolo de la desobediencia civil para amplios sectores del pacifismo contemporneo, sta aparece principalmente como una forma de llamar la atencin de las autoridades y de la opinin pblica ante la discriminacin realmente existente entonces para con la minora negra en Estados Unidos.

Gandhi:

Mohandas Karamchand Gandhi, conocido universalmente como Mahatma (alma grande), fue sin duda uno de los grandes tericos de la revolucin social del siglo XX. Cre un movimiento de resistencia pacfica y desobediencia civil al que l prefera llamar Satyagraha, que significaba en snscrito, abrazo a la verdad.

Gandhi teoriz la desobediencia civil, primero en Sudfrica (1893-1914) dialogando con el viejo Tolstoi, y luego, independientemente, desde una dimensin tico-poltica, esto es, discutiendo la compatibilidad medios-fines de la violencia revolucionaria en la lucha por la liberacin nacional y aduciendo, alternativamente, algunas de las tradiciones morales orientales que preconizan la no-resistencia al mal y la no-violencia frente a la agresin. Para Gandhi la desobediencia civil no es slo un deber moral en tales o cuales circunstancias, sino un derecho intrnseco del ciudadano. ste no puede renunciar a tal derecho sin dejar de ser hombre. Y puesto que, a diferencia de la desobediencia criminal, la desobediencia civil no comporta anarqua sino crecimiento social, siempre que el estado reprime la desobediencia civil lo que en realidad est haciendo es tratar de aprisionar la consciencia.

En 1930, Gandhi comenz una nueva campaa de insubordinacin y proclama el no pago de los impuestos. Para los campesinos, era algo totalmente nuevo y por lo tanto, Gandhi tuvo que explicar los principios del Satyagraha aldea por aldea. En su autobiografa, Gandhi describe que el problema principal resida en desembarazar a los agricultores de su miedo y que comprendieran que los funcionarios no eran los dueos, sino los servidores del pueblo. Pero despus, cuando el miedo desapareca, entonces comenzaba un nuevo problema: convencerlos de no caer en agresividad contra los opresores, pues de esa manera se arruinara el Satyagraha.

Otra de las contiendas de desobediencia civil organizadas por l fue en 1932 contra el poder gobernante, la injusticia social y econmica del sistema de castas. Proclamaba la unin entre hindes y musulmanes. Fue llevado a prisin en dos ocasiones. Una de sus formas de lucha all era realizar ayunos de gran rigor.

Gracias a la campaa de resistencia civil no violenta organizada por Gandhi contra el gobierno britnico de la India, el pas alcanz su independencia en 1947

La propuesta de Gandhi de la no-violencia, la insistencia en la Satyagraha, en la fuerza de la verdad, e incluso la prctica del hartal (suspensin de toda actividad productiva), en la larga lucha por la liberacin del yugo colonial, tienen, adems de una evidente dimensin poltico-social, una punta religiosa de fondo que slo se puede entender como resultado benfico del cruce de varias tradiciones pacifistas. Muy posiblemente lo mejor de la enseanza no-violenta de Gandhi haya de verse en la conviccin y en la veracidad con que junt --en un pensamiento configurado al hilo del propio testimonio-- inspiraciones procedentes de las corrientes liberadoras de varias religiones: desde el jain (corriente marginal del hinduismo en la que estaba presente ya la propuesta de abstenerse de realizar cualquier acto que pueda poner en peligro la vida de los otros) hasta el espiritualismo radical y heterodoxo de Tolstoi o la protesta individualista y naturalista de Thoreau, pasando por una particular lectura juvenil del Sermn de la Montaa hecha en Inglaterra.

La Satyagraha de Gandhi empez siendo protesta contra la imposicin de las autoridades que obligaban a censarse a los hindes, cosa que supona siempre vejaciones. Para Gandhi, la afirmacin de "la fuerza de la verdad" supona negar el consentimiento a leyes injustas, esto es, desobedecer las leyes, pero sin reaccionar de forma violenta, con independencia del grado de violencia al que fuera sometido el individuo; supona tambin aceptar la pena que la autoridad impone o puede imponer por no obedecer la ley (un principio que Einstein rescatara en los tiempos sombros de la caza de brujas en la Norteamrica de la primera guerra fra). El acento de la desobediencia civil de Gandhi no recae en la negativa a aceptar la autoridad, sino en la discusin sobre la justicia o injusticia de la ley concreta promulgada por la autoridad. Y el criterio para juzgar sobre la injusticia de una ley es el reconocimiento de la incoherencia de sta con los principios explcitamente proclamados por la autoridad, de manera que ser injusta toda aquella ley que considerada particularmente viole el principio del bien pblico en que se supone que se inspira la legislacin.

La teorizacin de la existencia de un vnculo ntimo entre la desobediencia y la no-violencia era para Gandhi una forma de reconocer la autolimitacin de la accin:

"El desobediente debe saber que puede equivocarse. Pero, al acudir a la no-violencia, garantiza que las consecuencias penosas de su equivocacin, si sta se produce, caigan sobre s mismo, no sobre los otros".

6.- La desobediencia civil como disparador del caos social

Caracterizaciones postmodernas de Estado:

Hasta un par de dcadas quiz, entre las corrientes polticas y los analistas sociales se discuta interminablemente sobre el carcter del Estado en la mayora de los pases latinoamericanos; la cuestin apareca bastante compleja porque no se encontraban muchos referentes en el mundo sobre la forma como se ejerca el dominio poltico. Hablamos del carcter del Estado y del dominio poltico en sociedades presuntamente democrticas, pero acaudillada' por un lder que se sustenta en un aparato poltico nico. Hablamos de un Estado fallido, incautado, expropiado, y nos referiremos a cmo la violencia social irrumpe en este tipo de regmenes, y tambin al caos social que se provoca en las sociedades sometidas a l.

Las acciones de desestabilizacin y de protesta en contra de leyes, normas y polticas oficiales, comienzan cuando se generaliza la desobediencia civil y entonces se genera otro tipo de manifestaciones de inconformidad, que pasan de la inaccin y la pasividad de la resistencia social y poltica, al colapso institucional que deviene ulteriormente, bien en el derrocamiento del gobierno a partir de una rebelin cvico-militar, o bien con el coup d'tat que es la toma del poder poltico de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en un Estado, es decir, las normas legales de sucesin en el poder vigentes con anterioridad.

El calificativo de Estado fallido' se ha puesto de moda para aplicarlo a regmenes que han manifestado una extrema incapacidad para frenar la violencia social, provenga sta de opositores polticos o del crimen. Se mencionan los notorios casos de Pakistn, Somalia o de Colombia, a los que se ha agregado el de Mxico y ms recientemente el de Venezuela. Como sucede siempre con el uso de conceptos que agrupan distintos elementos comunes de procesos o situaciones distintas, debemos cuidarnos de generalizaciones o imitaciones extra-lgicas.

Desde otra perspectiva, se dice que un Estado tambin es incautado cuando poderosos grupos empresariales o individuos que poseen y controlan cuantiosas riquezas, no slo han sido capaces de doblegar a las entidades pblicas, sino que las han puesto a su servicio. Se ha llegado al grado de hacer leyes a la medida de intereses privados. Ocurre esta calamidad pblica desde las grandes decisiones tomadas en los poderes nacionales y estadales, sobre todo desde la Presidencia de la Repblica, hasta en los Ayuntamientos de las Alcaldas y en las Gobernaciones de Estado,; desde all se favorece con obras pblicas o informacin privilegiada a fraccionadores con agentes enquistados en las administraciones. Estos llamados poderes fcticos se han incautado del Estado reduciendo su margen de universalidad y hacindolo retroceder a los tiempos de los gobiernos patrimonialistas, en los cuales se funda el cacique con el funcionario.

Pero tambin est incautado un Estado cuando una faccin del Gobierno, usualmente el Poder Ejecutivo, aunque fuera democrticamente elegido subsume en s a los dems poderes que la Constitucin les otorga rango de tal, con independencia de gestin e igualdad. Esta circunstancia nos regresa al concepto de Estado fallido', un trmino que tambin se emplea para referirse a un Estado que no es efectivo, y no es capaz de aplicar sus leyes de manera uniforme registrando por ende altas tasas o registros de criminalidad, corrupcin poltica, mercado informal, burocracia, ineficiencia judicial, interferencia militar en la poltica, o poderes civiles no estatales con presupuesto y poder poltico muy superiores al del Gobierno. Sin embargo, algunos analistas de renombre consideran que el concepto no tiene "una definicin coherente", es manipulable polticamente, presenta graves defectos metodolgicos, y no permite realizar a efectivos aportes de conocimiento.

No es difcil colegir, por otra parte que ambas caracterizaciones (Estado forajido y Estado incauto) revelan mltiples vnculos, puesto que una vez subordinado el inters general al inters particular todo puede suceder: Desde concesiones econmicas donde se vulnera la autonoma del Estado y se pone en peligro la integridad territorial del pas, hasta acuerdos con grupos de narcotraficantes o involucramiento de las fuerzas del orden en las guerras internas de aqullos.

El colapso institucional desde la perspectiva del coup d'tat:

Atendiendo a la identidad de sus autores, usualmente presenta dos formas en el coup d'tat: el golpe de palacio o golpe institucional, cuando la toma del poder es ejecutada por elementos internos del propio gobierno, incluso de la misma cspide gubernamental; el golpe militar o pronunciamiento militar, cuando la toma del poder es realizada por miembros de las fuerzas armadas. El pretorianismo es la influencia excesiva del poder militar en el gobierno civil que en muchos de los casos lo llevan a cabo mediante los golpes de estado o pronunciamientos. Ms recientemente se ha usado el trmino golpe de mercado para referirse a los cambios institucionales producidos por presiones de grupos econmicos, utilizando mecanismos de desestabilizacin y caos en la economa.

El colapso institucional se manifiesta de diversas maneras y modos: El golpe de Estado, el autogolpe y la rebelin cvico-militar son las formas ms comunes. Cuando los partidos tradicionales han dejado de tener confianza y credibilidad, la accin de los grupos violentos ligados al crimen organizado cuenta con un slido esquema de base social que les permite realizar, sin problemas, sus actividades. La represin y la accin violenta en contra de los grupos marginados y polticamente inconformes con el gobierno se transforma en acciones brutales y represivas de policas y sicarios y es por esas razones que muchos ciudadanos optan por la afiliacin a grupos criminales o delictivos que operan, con toda libertad, en muchas regiones del pas que iniciaron sus actividades con la proteccin y la impunidad que les brindaban los policas y los grupos de seguridad del gobierno.

As es como previo al colapso de las instituciones, se protegen los intereses de grupos que controla la poltica nacional al lado de los policas polticos que son los que garantizan la represin en contra de los grupos protestarios o inconformes y as, ante la confusin de que en los encuentros armados se dan entre fuerzas institucionales y delincuentes, se ocultan las represiones y se puede asesinar a muchos luchadores sociales que operan en las regiones marginadas, con la excusa de que se han eliminado a delincuentes que protegan a otros delincuentes de algunas regiones del pas, cuando en realida

Desobediencia Civil: Segundo Disparador Del Caos Social


por: Andrs Simn Moreno Arreche

Sobre el Autor

Comuniclogo estadounidense con residencia en Venezuela. Licenciado por la Universidad Catlica Andrs Bello de Caracas como Comunicador Social (1975). C.E.O. de Creatividad Estratgica C.A. donde realiza asesoras para la imagen y la identidad corporativa de empresas y corporaciones y disea campaas persuasivas para personalidades, ONG's y partidos polticos. Profesor universitario y escritor. Es autor de 5 novelas, 2 libros de cuentos breves y 5 de poesas, as como tambin de dos ensayos: 'Teora del Caos Social' y 'Leyes y Principios Estratgicos de la Guerra Comunicacional', sobre los que versan sus conferencias internacionales. (Articuloz SC #3200099)

Fuente - http://www.articuloz.com/monografias-articulos/desobediencia-civil-segundo-disparador-del-caos-social-3200099.html
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