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El Miedo: Primer Disipador Del Caos Social

Teora Del Caos Social / CAPTULO 4: El Miedo: Primer disipador del caos / ISBN 9789801241312


Sostuvimos en nuestro primer ensayo "Venezuela y las Leyes del Caos Social" que la primera fase del auto organizacin de las sociedades es la llamada Fase Controlentrpica', el primero de los cuatro procesos que dinamizan las estructuras sociales. Decamos que cuando los sistemas sociales son estables, se organiza la cohesin psico-social de una poblacin alrededor de una institucionalidad estatal, que es orientadora y coherente con una narrativa discursiva, la misma que explica la necesidad del tipo de organizacin econmica, que a su vez sustenta la materialidad del sistema y que permite un crecimiento demogrfico de acuerdo con ella, en la medida que las condiciones ambientales, geogrficas y sociales lo permitan.

Cuando estas instancias estn en congruencia se habla de una fase en la que el sistema mantiene bajo su mando los mecanismos reductores de la entropa. Es all cuando el sistema se encuentra en la fase controlentrpica, la que en sociedades democrticas y participativas, abre el crecimiento del sistema en su conjunto, impulsa un desarrollo econmico que permite la satisfaccin de las necesidades de las lites as como de la poblacin, y estabiliza y fortalece de tal manera el inconsciente colectivo, llamado tambin carcter social que propicia el crecimiento demogrfico, aumentando la poblacin joven.

Pero cuando la controlentropa sujeta al miedo se ejecuta en ambientes sociales cerrados', dirigidos por un lder que controla a su vez el conjunto de subsistemas sociales y stos responden a una visin nica, mesinica y revolucionaria, entonces esta fase cierra el crecimiento social (o lo condiciona), induce y dirige unilateralmente la economa, genera grandes insatisfacciones en la poblacin y desestabiliza el inconsciente colectivo, provocando un cambio artificioso del carcter social que introduce profundas desviaciones en el contrato social previamente convenido y consensuado que llamamos proyecto pas.


Para reafirmarse en los distintos colectivos y prologar lo ms posible el estadio controlentrpico, las sociedades (a travs de las instituciones gubernamentales, o de los entes formadores y forjadores del carcter social) utilizan diversos sistemas de control social que aqu llamamos disipadores del caos social'. Pretendemos en este ensayo identificar los disipadores del caos social' ms comunes y mostrar cmo y en cules fases de la controlentropa se utilizan.

0.- APROXIMACIN HOLSTICA

Los disipadores del caos social' pueden ser considerados, a priori como elementos del control social, que es el conjunto de prcticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades. Aunque a veces el control social se realiza por medios coactivos o violentos, el control social tambin incluye formas no especficamente coactivas, como los prejuicios, los valores y las creencias.

Entre los medios de control social estn las normas sociales, las instituciones, la religin, las leyes, las jerarquas, los medios de represin, la indoctrinacin, los comportamientos generalmente aceptados y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y leyes (sistema formal, que incluye sanciones). La sociologa moderna reconoce 6 tipos de controles:

1.- El Control fsico que es la fuerza, la violencia, el castigo que se aplica al individuo que la sociedad determina est fuera de las normas establecidas y que se considera un peligro para la supervivencia de la sociedad y de sus integrantes.

2.- Control social primario y aqu nos referimos a la familia. sta controla y condiciona al individuo desde que nace. La forma que influye la familia sobre el individuo es afectivamente. Para que el nio aprenda recibe regalos o castigos. La imitacin es la primera forma en la que el nio aprende de la familia, adems, sta tiene el deber de estimular lingsticamente al individuo y de ensearle los hbitos de limpieza. La familia inspira en el nio unos valores, es decir, que la familia "socializa" e introducir al individuo en la sociedad.

3.- El control poltico, que se ejerce a travs de las leyes (legislativo), con la intervencin del gobierno (ejecutivo) y con la aplicacin de esas leyes (judicial). Hay que considerar que el control poltico tambin es ejercido en las sociedades por los medios de comunicacin, que sin considerar aqu su rol (opositores, oficialistas, independientes) o su lnea editorial, las sociedades occidentales les han atribuido un papel de contralores comunicantes', tambin llamado Cuarto Poder'. El verdadero control social debera ser el control

4.- El control moral, palabra de origen latino (mos-moris) que se refiere a las costumbres. La influencia de las costumbres en el individuo va en funcin de su temporalidad, pues las hay pasajeras o perdurables. Las pasajeras (como la moda) son las menos importantes, pero las perdurables son las que llegan a controlar el comportamiento de los individuos a travs de generaciones, porque las costumbres coaccionan socialmente y controlan el comportamiento.

5.- El control de clases, tambin llamado de las ocupaciones'. Este control social se imbrica en la existencia de clases sociales medidas a partir de las pertenencias fsicas, las zonas geogrficas, la solvencia econmica o el tipo de desempeo profesional de sus integrantes. Todos estos aspectos describen y determinan roles sociales que terminan estableciendo controles, como la mayor o mejor educacin de los individuos, aunque la educacin est diseada por el Estado para legitimar a los individuos.

6.- El control de las estratificaciones, un control que alude a otros aspectos, no solo econmicos sino tambin culturales pues la sociedad puede estar estratificada en castas, como India o Japn, en grupos etarios, en grupos econmicos, en asociaciones y clubes y en un sinfn de clases y sub grupos tan amplios como las divergencias que se puedan suscitar espontneamente en una sociedad.

An a sabiendas que los controles sociales pueden ser variados en su tipo y diferentes en su aplicacin, la Teora del Caos Social, con su corpus de teoremas, leyes y normas, concibe a los controles sociales slo dentro de las funciones controlentrpicas del proceso dinmico de las sociedades, que como hemos analizado en los ensayos precedentes, se trata de un proceso dinmico en cuatro etapas:

La primera fase del auto organizacin de las sociedades es llamada Controlentrpica integrada por aquellos procesos que el sistema utiliza para controlar los mecanismos reductores de la entropa. Cuando los sistemas sociales son estables se organiza la cohesin psico-social de una poblacin en una institucionalidad estatal, que es orientadora y coherente con una narrativa discursiva que explica la necesidad del tipo de organizacin econmica que sustenta la materialidad del sistema y permite un crecimiento demogrfico de acuerdo con ella, en la medida que las condiciones lo permitan. Cuando estas instancias estn en congruencia se habla de una fase en que el sistema mantiene bajo su mando los mecanismos reductores de la entropa, el sistema se encuentra en la fase Controlentrpica, y se abre el crecimiento del sistema en su conjunto; impulsa un crecimiento econmico lo que permite la satisfaccin de las necesidades de las lites as como de la poblacin, estabilizando y fortaleciendo de tal manera el inconsciente colectivo, llamado tambin carcter social y, permitiendo un crecimiento demogrfico, aumentando la poblacin joven. Lo que genera entradas de financiacin fiscal al Estado, que potencian su expansin para satisfacer el crecimiento demogrfico de las clases dominantes, dndoles trabajo al interior del Estado, lo que conlleva a la consolidacin y el fortalecimiento de la institucionalidad y la narrativa discursiva que justifica y legitima toda la organizacin social.

La estructura social de venezolana fue Controlentrpica' desde 1958 hasta los dos primeros aos de la Presidencia de Jaime Lusinchi, lapso durante el cual los periodos de crecimiento, fueron procesos de fortalecimiento poltico y social. Estos procesos de fortalecimiento son lo que se conocen como la retroalimentacin positiva, para diferenciarlos de la retroalimentacin negativa o regulativa.

La segunda fase, la Fase Entrpica, es econmicamente hablando, de recesin larga, debido al decrecimiento agrcola y por otro, por la cada de la cuota media de ganancia en las sociedades capitalistas. La subsistencia de la poblacin productora y de las elites dominantes ven bloqueadas sus posibilidades de acceso al Estado, el cual ve restringido los impuestos, situacin que provoca dficit fiscales, que acompaados por las altas presiones demogrficas de las elites jvenes y de las insatisfacciones poblacionales, generan una importante crisis polticas del estado.

El paradigma cultural del estado-nacin' establecida pierde eficacia orientadora en el conjunto social y el mecanismo de control psico-social se vuelve incongruente, entre lo que se cree y siente. La realidad percibida en el inconsciente colectivo comienza a fracturar la relacin-sentimiento entre la fe en el proyecto poltico y la ineficacia que muestra la narrativa dominante para justificarse. La poblacin se torna ambivalente. Las presiones demogrficas, la crisis fiscal, la divisin de las elites jvenes insatisfechas, la angustia inflacionaria y las presiones tributarias en el pueblo que generan la aguda ambivalencia psico-social, son los ndices caractersticos que muestran que los mecanismos reductores de la entropa se vuelven ineficaces, conduciendo con ello a que una entropa global del sistema aumente an ms.

La entropizacin global es el periodo que vive la sociedad venezolana a partir del mandato de Luis Herrera Campins, una entropa poltica y social que est sincronizada con dos fenmenos: El desmoronamiento de la institucionalidad y el crack econmico producido por el Viernes Negro, cuando se decreta un control de cambios y la estabilidad econmica del pas comienza un oscuro periplo que an se transita en estos tiempos de la Quinta Repblica y la Revolucin Bolivariana.

La tercera etapa es la llamada Fase Catica. El espacio psico-social comienza a entrar en la denominada sobrecarga depresiva. Las anomalas paradigmticas se trasladan al centro del sistema, aunque cierta gente sigue fiel al paradigma cultural, pero sus emociones le estn mostrando sus profundas anomalas. El sistema ya no funciona. El paradigma cultural est mintiendo. Este periodo psico-social es como una recta ascendente que se aleja hacia el infinito, la cual llegado a un momento, atraviesa un umbral y traspasa un punto de no retorno, a partir del cual la poblacin manifiesta abiertamente su rechazo.

La poblacin comienza a reunirse espontneamente, y los que ya estn en un estado de exaltacin, reconocen su afinidad y empiezan a formar grupos y unos y otros comienzan a protestar y rebelarse. Se renueva el antiguo paradigma o se comienza a elaborar uno nuevo, formndose as mltiples grupos, abrindose as una fase catica del sistema, caracterizado este periodo con una serie de rebeliones, insurrecciones y movimientos de todo tipo, (religiosos, polticos, sindicales, culturales, tnicos, etc.), al comienzo en la zonas, reas y regiones perifricas del sistema, all donde los mecanismos de control son an ms dbiles. El sistema dominante comienza a perder respaldo pblico y seguidores, la gente comienza a desobedecer, el control comunicativo se rompe, se est en la fase de entropa comunicativa o catica, surge El Caracazo' como entropa comunicativa y nuevas formas de solidaridad social comenzaron a auto-organizarse.

Surgi a partir de all un nuevo paradigma poderoso: la desobediencia civil y comienza a encausarse en una nueva realidad. Este periodo de caos es una fase de la inestabilidad caracterizada por amplias fluctuaciones de todo tipo, que se traducen en posibilidades de cambio social, lo que en la Teora del Caos se conocen como bifurcaciones. En la fase catica o de entropa comunicativa, de fluctuaciones y bifurcaciones, surge espontneamente la auto-organizacin del sistema, a travs, de una figura, que en la Teora del Caos se conoce como atractor extrao o atractor catico.

Chvez encarn el papel de atractor extrao' en un momento de nuestra historia. Chvez fue como una figura geomtrica compuesta por varias cuencas de atraccin, por las cuales orbitan y circulan los elementos considerados, en nuestro caso, como movimientos sociales. Los diferentes sistemas, que cada uno se desarrollaban por su cuenta, comienzan a encontrarse y a reconocer afinidades, a reconocer que se encuentran en una experiencia fundamental, que es la vivencia de un estado mental colectivo exaltado y entusiasta, lleno de sentido la cual los activa en su movimiento social. Con todo, los diferentes movimientos se reconocen entre s y comienza un periodo de alianzas, all donde multitud de activistas transitan de organizacin en organizacin o crean nuevas hasta sentirse identificados.

Otra manifestacin de las orbitaciones se da cuando los movimientos que surgen a propsito del caos social comienzan a justificarse, buscando precedentes en la historia: Hroes, episodios o ideologas con las cuales identificar el proyecto poltico mientras genera una amalgama conceptual-sentimental con el dintorno social. Llevado esto a la matemtica cuntica, se trata de orbitaciones en el espacio semitico, all donde el pasado y el presente estn siempre presente, por lo cual es fcilmente atrable al nuevo atractor.

La caotizacin de la formacin global genera las inestabilidades, o ms bien el comienzo del derrumbe de los Estados y, aqu solo estamos hablando del primer periodo, cuando el estado an est en pi. Al jurar sobre La Moribunda' y emplazar al pas hacia la Quinta Repblica, Chvez no hizo otra cosa que ratificar el destino que le tena preparado el Principio de la Turbulencia de la Ley del Vrtice.

La cuarta etapa, o Fase Negentrpica es la del Estado naciente visto como una reorganizacin de todo el campo de la solidaridad o de la cohesin del sistema. Es una auto-organizacin del sistema. Si las condiciones son las propicias para la reorganizacin global del sistema, se est frente a un proceso de revolucin cultural, lo cual implica una reordenacin del campo social, poltico, econmico y paradigmtico e incluso ecolgico. Es lo que se conoce como la fase negentrpica del sistema y que es el momento cuando Chvez se vuelve dominante o est en el centro del sistema. Es un periodo de creacin ilimitada de las fantasas, donde se multiplican las bifurcaciones, generando una atmsfera de entusiasmo; se est, entonces, frente a una nueva realidad sociopoltica.

El lugar estructural donde se desenvuelve el estado naciente es la instancia psico-social, el inconsciente colectivo, el de las pasiones motores de la activacin de los grupos, del cohesionador psquico del sistema. Esta instancia es captada por el liderazgo insurgente de Chvez como un campo propicio para la solidaridad popular espontnea, un espacio dinmico organizador de energas e informacin, con una gran capacidad de cohesin de los grupos humanos.

La Quinta Repblica venezolana, se auto organiza en atractores locales de ciclo lmite. Atractores que justamente conquistan la plusvala psquica de la poblacin y que retroalimenta al atractor principal (Chvez), producindose centros y periferias de dominio y control. De acuerdo con los postulados modernos de la psicologa social, esta plusvala psquica tiene un fundamento neurofisiolgico, ubicados en neurotransmisores cerebrales que generan la satisfaccin; la endorfina, la excitacin; la dopamina y la unin de oxitosina y vasopresina. "Esta plusvala psquica satisfactoria y unificadora" - sostiene el renombrado psiclogo brasileo Aroldo Rodrgues "se traduce semiticamente en la fe que la poblacin deposita o reviste a los lderes de ciclo lmite o lo que es lo mismo, dota a la institucionalidad de la autoridad, de legitimidad. "

Actualmente, Venezuela vive en un periodo de transicin socio institucional retrgrado, que transcurre inversamente desde una fase ante presente, totalmente Negentrpica an no consolidada en su totalidad (La Revolucin Bolivariana) hacia una etapa Controlentrpica que, en teora, debera estar consolidada, que no es otra que el proceso de refundacin de la Repblica que sucedi en 1999 con la aprobacin va Referndum nacional de una nueva Constitucin. Este escenario provoca instancias de caos, pero no de cualquier tipo, sino de un modelo particularsimo, el caos controlentrpico', aquel que es provocado y administrado por el ente controlador, el Estado, en dosificaciones especficas, cuya posologa administran diferentes entidades gubernativas y del Estado cuando ellos se ven sometidos a un Poder Ejecutivo autocrtico y mesinico.

Son dos los aspectos sociales que identifican a la Venezuela actual en esta poca cuando los postulados de la Quinta Repblica, an sin consolidar en el imaginario colectivo, chocan con una novsima revolucin socialista bolivariana apellidada ahora Del Siglo XXI'. El primero de ellos es la inestabilidad. Las instituciones pblicas y privadas de Venezuela, con todos sus imaginarios, sus esperanzas de crecimiento y su pasado como referente histrico y cultural est sujeto a la contingencia de lo imprevisto, a la siniestralidad y los egosmos que motorizan ms los nimos y lo auto exhortativo de un lder mesinico, que lo trascendental que emana de lo colectivo. Estamos, a no dudar, en un fraccionamiento que nos clasifica como ciudadanos de primera o de segunda, que nos divide entre patriotas' y esculidos', y que simultneamente nos desdibuja como Estado, convirtindonos en ciudadanos frgiles y dependientes ante aquello que va ms all del horizonte inmediato.

Curiosamente, no es la ruptura social moderna, esa que explicitan los socilogos industriales seguidores de las doctrinas de Weber. Estamos en presencia de la ruptura del tejido epitelial social que imposibilita a los ciudadanos la reconstruccin de un todo, llamado proyecto pas; que los inhibe de pensar en sistemas sociales alternos y los cohbe para que se vinculen complementariamente, en la interrelacin de las ideas que conduzcan hacia una concepcin colegiada de futuro, que no es otra que la Venezuela posible y de oportunidades verdaderamente democrticas, en la que todos soamos vivir. La fragilidad social est presente en la descomposicin que nos borra la nitidez entre aquello que es razonable y lo que no lo es.

El segundo aspecto que dibuja el perfil de la crisis local es el paralelismo institucional, suerte de Segundo Yo' institucional utilizado para abordar la solucin de los problemas sociales, pero que ocasiona una visin distorsionada de la realidad. Cuando un Gobierno autoritario y personalista no encuentra las frmulas para alcanzar los objetivos trazados ni logra en unas medidas medianamente aceptables las metas de los grandes planes, recurre al Estado paralelo, a la gestin equivalente, para deslastrarse de la institucionalidad que lo obliga a respetar determinadas reglas y procedimientos. Cuando un rgimen no puede controlar por va electoral una circunscripcin de ciudadanos, se enfrenta a un conato de crisis social, a la entropa que antecede al caos y entonces fragua una autoridad paralela, aunque con ello se debilite institucionalmente tanto al Estado mismo como al adversario. Entonces, lo paralelo termina por instalarse como cultura, desdibujando la institucionalidad e imponiendo un proyecto de pas a contra corriente de la voluntad generalizada, criminalizando la disidencia de quienes no comulguen con el Segundo Yo' institucional que impone la pseudo cultura lo paralelo.

Inestabilidad y paralelismo social se convierten, por as decirlo, en los dos principales disipadores del caos social en Venezuela, aunque paradjicamente ambos provengan de una entropa cogestionada entre Gobierno y Partido gobernante. El resultado esperado con ambos disipadores es el mismo. El Miedo. El miedo social paralizante que es la respuesta de los individuos cuando son colocados en el dintel de un vrtice social de consecuencias impredecibles. Un miedo que lo genera un caos controlentrpico', cuyo dao colateral ha sido cuantificado y se halla bajo control... Por ahora.

1.- TEORA DEL MIEDO COMO CONTROL SOCIAL

Casi todos los investigadores coinciden en afirmar que, de una manera u otra, el miedo mueve la historia. Julio Csar, Napolen, Calvino, Hitler, Franco, fueron los dueos del miedo unipersonal, mientras que las leyes teocrticas, las organizaciones para-gubernativas y los regmenes polticos se apropiaron del miedo como institucin controladora. Angustia, asqueo, depresin, hasto, incertidumbre, intranquilidad, rabia, tristeza, son las sensaciones de quienes estn sometidos por el poder en cualquiera de sus manifestaciones, especficamente cuando este poder ejecuta las acciones que disipan probables o posibles entropas sociales; vale decir, cuando utiliza para su provecho el miedo social, porque al inducir el miedo facilita el ejercicio del poder como control poltico y social.

Los Gobiernos, sean cuales fueran sus orgenes y sus sistemas gubernativos, han utilizado desde siempre la amenaza y el miedo como arma de dominacin poltica y control social, pues el miedo impulsa a la victima a obrar de determinada manera para librarse de la amenaza y de la ansiedad que produce. Entonces, quien suscita miedo se apropia hasta cierto punto de la voluntad de la vctima e intenta conseguir que la otra persona ponga en prctica una de las conductas ancestrales para huir del miedo: la sumisin.

Ese es precisamente el objetivo de todo rgimen poltico: Disipar los indicadores de la entropa, en especial aquellas que apuntan hacia las bases estructurales del sistema y que pueden provocar el vrtice social que antecede al caos, desmoralizando a los posibles seguidores de sus contrarios, desmovilizando a la sociedad toda y desmotivando cualquier intento de desestabilizacin. Bsicamente generando una sensacin de "plaza tomada". Para alcanzar tal grado disipativo los regmenes, desde los abiertamente dictatoriales y teocrticos, hasta los comprobadamente democrticos y parlamentarios, han desarrollado una estrategia en la que el terror, abierto o velado, se cuela por todos los mbitos de la estructura social hasta alcanzar a sus organizaciones fundamentales: El grupo, la vecindad, la familia.

En la medida en que el miedo puede restar autonoma decisoria al sujeto, llega a ser un eximente de responsabilidad, pues el poder est estrechamente relacionado con la capacidad de atemorizar y es por eso que el miedo es utilizado en todas aquellas relaciones humanas en las que el afn de poder est presente. El poder, es decir, la capacidad del poderoso para conseguir que alguien se someta a su voluntad, se sustenta en tres capacidades: conceder premios, infligir castigos y cambiar las creencias y sentimientos de la vctima.

Quiz ningn sentimiento cumpla un papel tan importante como el temor en la sociedad. Su invocacin constante por parte del poder poltico tiene tal control sobre las entropas sociales que su presencia es indiscutible. La represin poltica ha privilegiado el uso de mtodos psicolgicos, mtodos invisibles, en el control poltico de una sociedad. La represin poltica se manifiesta de diferentes maneras, sin embargo, su carcter arbitrario generaliza la amenaza poltica a toda la sociedad, siendo percibida por la mayora como una amenaza vital. El asesinato fsico o moral de algunas personas, sean activistas polticos o no, refuerza la percepcin de que cualquiera est amenazado. La existencia de una amenaza poltica permanente produce una respuesta de miedo crnico: ste deja de ser una reaccin especfica a situaciones concretas y se transforma prcticamente en un estado permanente en la vida cotidiana, no solo de los afectados directamente por la represin sino de cualquiera que pueda percibirse amenazado. La relacin entre la amenaza poltica y la respuesta de miedo individual o social forma parte de procesos psicolgicos y procesos polticos que se influyen recprocamente. El miedo internalizado y crnico ha delimitado invisiblemente el espacio de la existencia. El gran antdoto contra el miedo es la accin pues con la valenta es como pueden obrar las organizaciones sociales opositoras a cualquier rgimen poltico como si no tuviera miedo, sentimiento que es distinto de la insensibilidad y la temeridad, ya el valiente siente miedo, pero acta como cree que debera actuar.

El miedo es uno de los factores que definen de forma ms clara eso que llamamos la identidad nacional. Se refiere a qu cosas le tiene miedo una sociedad, que no siempre son los mismos miedos que desde el poder se procura sembrar para inhibir la identidad. Precisamente, cuando miles de personas son amenazadas simultneamente dentro de un determinado rgimen poltico, la amenaza y el miedo caracterizan las relaciones sociales, incidiendo sobre la conciencia y la conducta de los ciudadanos. La vida cotidiana se transforma. El ser humano se hace vulnerable. Las condiciones de la sobrevivencia material se ven afectadas. Surge la posibilidad de experimentar dolor y sufrimiento, la prdida de personas amadas, prdidas esenciales en relacin al significado de la propia existencia o la muerte.

Se induce a la sociedad a tener miedo de su entorno, como una forma de controlar los impulsos de sus integrantes. La definicin en el diccionario de miedo' es conceptualizada como una "Perturbacin angustiosa del nimo por un riesgo o dao real o imaginario". Esta acepcin clarifica el hecho de que en Venezuela vivamos rodeados de miedos imaginarios, y es en esos miedos donde polticos y medios de comunicacin encuentran el filn de donde obtener mayores beneficios.

Un miedo que se transforma en cultura y que tiene referentes poderosos en la historia reciente de la humanidad. La Revolucin cultural' de Mao es uno de ellos. Durante una dcada, de 1966 a 1976, ao de la muerte de su impulsor, el sistema poltico chino fue lanzado al caos en un primer momento, para luego paralizarse por completo. Para los autores del libro "Mao's Last Revolution", MacFarquhar y Schoenhals The Belknap Press of Harvard, Cambridge, 2006 - la China que tenemos hoy jams hubiese podido llegar a existir, de no ser porque Mao destruy la que haba, es decir: la que el comunismo haba forjado cuidadosamente durante casi dos dcadas.

Nadie percibi el significado ni la intencinde aquel duro ataque de los radicales de Shanghai en el peridico del Partido en esa ciudad contra la obra de un dramaturgo que, en Pekn, gozaba de todo el apoyo de la dirigencia del Partido. Los das siguientes contemplaran cun vanos iban a resultar los esfuerzos de esa dirigencia para detener la avalancha que se les vena encima.

Mao quera otro Partido y esa era la oportunidad que con tanto esmero haba venido construyendo. Pronto se sumara a su mujer, devenida sbitamente en lideresa del bloque radical de Shanghai, y con ella el mariscal Lin Biao, jefe mximo del "Ejrcito de Liberacin del Pueblo". Con absoluta dedicacin, Lin pondra a la fuerza armada al servicio de la completa destruccin de la estructura del Partido. Lo que no imaginaba es que l sera la prxima vctima.

Los primeros aos de aquella locura no dejaran marioneta con cabeza y los famosos "Guardias Rojos" pronto seran reemplazados por obreros radicalizados. Como es usual en todo proceso revolucionario, aparecieron facciones que se enfrentaran, armados hasta los dientes, como en una terrible guerra de guerrillas urbanas en aquel inmenso pas. Para 1969, con la poblacin fsicamente consumida y mentalmente amedrentada, la revolucin cultural, como fue bautizada, redujo significativamente su impulso, pero sera la muerte de Mao lo que iniciara el comienzo de su fin.

Hay otros autores que han desarrollado esta teora de la cultura del miedo. Uno de ellos es el siclogo norteamericano Martin E.P. Seligman (Albany, Nueva York, 12 agosto 1942) Seligman es un psiclogo y escritor conocido por sus trabajos y sus contribuciones en el campo de la Psicologa Positiva, como el enfoque que realiz en su texto "La teora del temor". All Martn Seligman sostiene que es ms fcil aprender unos temores que otros. Seligman sostiene que estamos preparados por la evolucin para desarrollar con facilidad temores a ciertos estmulos, como serpientes y araas, y aunque es ms probable que otros objetos comunes causen dolor o dao (como un martillo, un ventilador elctrico, un enchufe, etc.), es menos probable que se desarrollen fobias por esos objetos que por las araas o serpientes. Segn Seligman estos estmulos representaban peligros en los inicios de la historia humana y por medio de la seleccin natural, se han vuelto estmulos condicionados muy efectivos.

Un estmulo condicionado desde la sociedad es, por ejemplo, el temor que infunden las mafias. Aunque se sabe que las mafias representan un orden "injusto", que son el crimen organizado, cuyo negocio es el robo y la muerte, no obstante son el mal menor que las sociedades aceptan frente a la anarqua. En una sociedad que atemoriza a sus ciudadanos, en la que se sienten inseguros, los individuos estn dispuestos a aceptar el "orden" de la mafia, a cambio de ser protegidos para poder desarrollar sus vidas.

Las sociedades toleran todo, menos la anarqua. Quienes detentan alguna cuota de poder, y tambin quienes lo detentan de manera global o hegemnica, utilizan el miedo como herramienta de control social. En efecto, atemorizar a las personas ante la perspectiva del caos no es algo que debiera sorprender, porque el miedo genera poder. Bien mirado, es un recurso clave en la consolidacin del statu quo y bajo esta lgica, todo cambio en la distribucin del poder, por ejemplo votando en contra del gobierno, es visto como un movimiento desestabilizador del orden pblico.

Hay que hacerle sentir al electorado, por tanto, que el precio de cambiar es ms alto que el precio de prescindir de la proteccin no importa lo precaria que sea- del poder establecido. "Nosotros o el caos", podr ser la disyuntiva antirrepublicana, escasamente democrtica, ms propia de las dictaduras y de los gobiernos totalitarios, pero tiene una eficacia superlativa en la sociedad postmoderna, una sociedad hace tiempo dominada por el miedo a la violencia, a la inseguridad y al desorden, por tanto, una sociedad dispuesta a tolerar la corrupcin del poder con tal que no la lancen a la disolucin anrquica.

En este escenario es inevitable asumir que al poder de turno le conviene fabricar el caos, en ciertas circunstancias, con fines de supervivencia poltica. Ese ha sido el recurso al que han apelado los gobiernos que tienen la "suma del poder pblico" en especial los del llamado tercer mundo' porque en esas sociedades, el miedo es y ha sido siempre un gran disciplinador social, algo que ya lo descubri siglos atrs Thomas Hobbes (1588-1679), quien en "Leviatn", su obra ms conocida, asegura que el orden social se afirma en ese sentimiento.

Hobbes justificaba as un gobierno fuerte, un poder soberano que impusiera orden, una teora poltica que parte de una antropologa pesimista. En efecto, Hobbes crea que el hombre es un animal incurablemente egosta y miedoso. Se rea de las ilusiones de los humanistas, para quienes en el hombre haba un ncleo de bondad, y era posible mejorarlo si se despertaba en l el amor a la virtud. Hobbes no se haca ilusiones con la naturaleza humana. Conceba a los hombres como "egostas psicolgicos", involuntarios, criaturas mezquinas programadas para interesarse slo por su propia supervivencia y prosperidad. Ahora bien, abandonado a este estado de naturaleza, el hombre se convierte en "lobo del hombre". La vida sera un infierno de violencia e inseguridad. La salida es lgica: alguien debe poner orden para no caer en la barbarie. Es la filosofa de la obediencia originada en esa pasin bsica que es el miedo.

Pero el miedo que sentimos los venezolanos no se circunscribe al miedo presente' como el que se desat en Estados Unidos con el derrumbamiento de las Torres Gemelas en New York; lo nuestro es un miedo ms ancestral, se remonta a la poca en que en este pas viva una poblacin de blancos criollos militaristas que, en los 86 aos transcurridos desde la Guerra de Independencia a la primera Gran Dictadura del Siglo XX -la del Generalsimo Benemrito- , increment su presencia y su poder poltico de forma desmedida, y que hoy, luego de 45 aos de ejercicio democrtico, regresa como el fantasma olvidado en nuestra niez republicana, cargado con los mismos miedos y fobias, y las mismas promesas y los mismos vandalismos, avasallando como otrora, con promesas de pasado. Un miedo institucionalizado que provoca y patrocina el gobierno y que funciona desde los medios de comunicacin pblicos que ha secuestrado y tambin desde otros, privados y comunitarios que ha incautado, con un lenguaje agresivo y una puesta en escena provocadora de cierta violencia simulada, dentro de una representacin del poder (el trmino es del antroplogo George Baladier) que no demanda disparar los fusiles, pues mostrarlos resulta suficiente para sembrar el miedo en el colectivo que le adversa.

2.- EL BENEFICIO POLTICO DEL MIEDO

Dejemos por un momento los miedos histricos y presentes y regresemos a la sociologa del miedo. Un escritor uruguayo, Eduardo Galeano, autor de "Las Venas Abiertas de Amrica Latina", (libro tristemente clebre, a propsito del ejemplar que regalara el Presidente de Venezuela a su homlogo estadounidense en la Cumbre de Trinidad 2009) nos recuerda que "el poder come del miedo". Sin los demonios que crea, el poder perdera sus fuentes de justificacin, impunidad y fortuna. "En el pasado nuestros polticos nos ofrecan soar con un mundo mejor. Hoy prometen protegernos de las pesadillas. La ms inquietante de ellas es la amenaza de una red terrorista internacional. Pero igual que los sueos no eran verdad, tampoco lo son estas pesadillas".

Entre los distintos elementos y sentimientos que configuran nuestra historia, se encuentran el odio y el miedo como engranajes de la prctica poltica. Tanto el odio como el miedo siempre han resultado efectivos para establecer controles disuasivos en los conglomerados sociales. En palabras de Napolen, stas son las dos nicas fuerzas que unen a los hombres, por ello el discurso dominante en la cultura poltica diaria est lleno de caractersticas pasionales y melodramticas, y cuyo reclamo apunta ms al descrdito y a la desarticulacin de la bsqueda de unidad poltico-social de la poblacin, basados siempre en el odio y el miedo al pasado o a lo-que-vendr y a los personajes vinculados a ste.

Pero el miedo paraliza o impulsa, detiene o acelera, desconcierta o aclara las mentes. En la Venezuela que se desarrolla en la primera dcada del Siglo XXI, el miedo que se gesta desde el Poder Ejecutivo est generando una lgica implacable que empuja los eventos en una sola direccin: la de profundizar la "revolucin". Me refiero explcitamente a la lgica de un proceso que transforma el miedo en aceleracin de un proceso poltico que a contra corriente del sentir generalizado en el pas. La bsqueda del beneficio poltico a partir del temor colectivo se define como la lgica del miedo' que slo puede ser impulsada por quienes utilicen la violencia como elemento disuasorio de las entropas sociales. Se trata de una lgica abrumadora, que tambin arrolla a los que la siembran con miopa poltica y pedantera insolente.

La sociedad venezolana est siendo reconstruida sobre una base afectiva e indeseable: el temor. Gracias a l, imperios se han levantado y logrado sobrevivir. Hoy, un pas como Estados Unidos utiliza esta emocin a su favor asegurndose, tal vez, una estabilidad econmica y social. El miedo, como cualquier pasin, es un movimiento natural y por lo tanto neutral. Ni bueno, ni malo. Beneficioso para huir del mal y para el progreso moral, segn el gran Salomn; causa de la cobarda y de la falta de constancia en el nimo segn Julio Csar, vencedor de las Galias.

Qu identifica y seala como iguales a monstruos tan distintos y de pocas tan variadas como el Emperador Qin Shi Huang[1], a los asesinos de Hypatia[2], al piromanaco que destruy la Biblioteca de Alejandra, a los inquisidores que crearon el Index Librorium Prohibitorium, a Hitler, a Fidel y al norcoreano Kim Il Sung? El miedo. El miedo a la verdad, el espanto a la crtica, el pnico a la historia, el deseo irrefrenable de borrar los hechos, la compulsin a modificar y santificar los deleznables actos propios, la condena a la sabidura, al arte, y hasta la tradicin nacional con sus picas y sus hroes, para arrancar de raz la identidad de la memoria colectiva, individual, social, histrica y asumirse como seres primigenios, a partir de quienes empieza la historia. Esa posicin extrema, comn a todos ellos, tiene implicaciones culturales, como la reconstruccin mtica para justificar la superioridad de una raza,o el fundamentalismo religioso para imponer una determinada cosmovisin. El inquisidor de ayer como el de hoy, pletrico de dogmatismos polticos como el de Jorge Lukcs[3], que transform al marxismo en un atesmo dogmtico (enfoque en el que tambin encaja el macarthysmo) es la misma manifestacin de un poder para el que todo aquello que est en la memoria del colectivo debe ser lo que ellos representan o promueven, que ha sido implantado en una mente previamente vaciada, a la que es posible llenarla con la dogmtica de sus propuestas por obra y gracia de la detentacin de un poder totalitario, absolutista e hper concentrado en el lder.

En Venezuela asoma una neo teora poltica sobre el mundo contemporneo. Esta teora no est formulada con el rigor que exhiben la filosofa poltica, sus autores cannicos, sus conceptos y marcos de referencia, sobre los que se vuelve una y otra vez. El estudio ni siquiera parece pretender el ttulo de "teora", pues en esta nueva versin sociolgica, el punto de referencia de la poltica es la ciudad, la polis pero desnuda de elementos propositivos globales, como tampoco de un proyecto pas consensuado. En la actualidad, la ciudad es el espacio donde se imbrican la guerra y la poltica, ya sea siguiendo la famosa sentencia de Clausewitz "La guerra es la continuacin de la poltica por otros medios", ya sea siguiendo la inversin que hizo clebre Michel Foucault: "La poltica es la continuacin de la guerra por otros medios".

Pero el "miedo social" es una de las armas ms poderosas que tiene el poder para enfrentar la lucha popular, desarticular las resistencias y frenar la marcha. El miedo no naci de manera espontnea en nuestro cuerpo colectivo. Lo fabricaron a fuerza de reiterados golpes, de violaciones cada cual ms violenta a nuestros cuerpos individuales y a nuestras vidas, de mutilaciones de nuestros sueos, de negacin de nuestro poder grupal y social, como colectividades de intereses, de sentidos, de identidades, y como pueblo.

La propuesta hobbesiana (el miedo como fundador del orden poltico) se enmarca en la coyuntura del hundimiento de las sacralidades y de las viejas visiones metafsicas del mundo antiguo y medieval, que fundamentaban el orden de la sociedad en referentes extra temporal, mstica y revelada. En consecuencia era preciso fundar el orden poltico sin recurrir a los argumentos de naturaleza teolgica y sustentar sobre tesis racionales la justificacin filosfica del mando y la obediencia, que entre otras cosas es el problema poltico por excelencia.

La desaparicin forzosa de personas es uno de los mecanismos de disipacin del caos social utilizada frecuentemente por los regmenes autocrticos y dictatoriales. En un principio como una operacin focalizada' pero luego de manera generalizada, cuando las sociedades implotan como respuesta a la represin. La desaparicin forzosa fue un mecanismo diseado por el terrorismo de Estado en pases latinoamericanos para vulnerabilizar la subjetividad de los opositores al rgimen de turno, para deteriorar sus impulsos solidarios, aislarlos y paralizarlos. Para desaparecerlos como amenaza a los intereses de la dominacin, para tranquilizar a los poderosos que detentan el poder poltico.

Pero aunque las dictaduras pasen, el miedo queda alojado como un fantasma latente, escondido en el desvn histrico de las pesadillas sociales. Queda marcado en la piel de sus vctimas, en sus huesos, en los instintos de la sociedad toda. Quienes apelan a la represin y al miedo lo saben, y una y otra vez vuelven a recurrir a l, lo despiertan, lo sacuden. No necesitan ya del despliegue material de la maquinaria terrorista. Les alcanza con poner en escena algunos smbolos que activen en el inconsciente colectivo el alerta frente a lo que se asume como unas fuerzas oscuras, ingobernables, inmanejables, imparables, que supuestamente llegan y se van de acuerdo a designios que los ciudadanos nunca logran descifrar.

El miedo hobbesiano, esa pasin humana que explica la guerra y la paz, que es el principio estructurante del orden poltico y de la soberana del Estado, es un miedo esencialmente moderno. Miedo a los otros hombres en tanto que son libres e iguales. Miedo racional que calcula, prev y obra en consecuencia. Miedo que se presenta y se imagina lo que el otro puede hacer, porque todos tienen las mismas pasiones y deseos. Miedo secularizado que no puede esperar recompensas y por eso el propsito central de los seres humanos es preservar la vida hasta que la propia naturaleza defina cul es el momento de la muerte, pero ante todo, se trata de un miedo al desorden, al caos, a la incertidumbre y a la contingencia de vivir sin un nico principio de orden en la sociedad.

Quienes apelan al miedo como disipador del caos han hecho creer que esas fuerzas reaccionan como bestias "civilizadoras", para castigar los desrdenes de quienes estigmatizan como opositores esculidos', pitiyanquis vende patria'. Por eso, funcionan tan bien como disciplinadoras de una gobernabilidad en la que los intereses y necesidades de los sectores populares se deben subordinar siempre a los mandatos del poder, o de las facciones de aqul que gobiernan en cada localidad, siempre a nombre de... o como intermediarios del poder omnmodo y centralizador.

El miedo que segn Hobbes funda el orden moderno no tiene que ver, en principio, con los miedos ancestrales o metafsicos, como el temor a la ira de los dioses, o a las fuerzas desatadas de la naturaleza, ni a los castigos que provienen del cielo metafsico ni a las penas en la otra vida. Esos "miedos perpetuos" como los llama Hobbes tendran que ver, ante todo "con la oscuridad que reina entre los seres humanos, con la ignorancia sobre las causas que producen los desastres y la mala fortuna..." Es decir, con temores pre modernos que Hobbes aseguraba se iran desvaneciendo en la medida en que la humanidad explicase las razones que los producen.

Estos "miedos perpetuos o metafsicos" slo tendran repercusiones polticas cuando fuesen usados como recursos de dominacin. El miedo del que se ocupa Hobbes es el que suscita en cada individuo la existencia de los otros con los cuales se relaciona y convive; miedo secular, mundano, que adquiere su sentido en el aqu y el ahora. Miedo propio de la naturaleza humana y de su condicin, que le teme a sus semejantes porque sabe que no son diferentes a l y por lo tanto persiguen objetivos similares. Miedo que nace de la convivencia porque el hombre no es un ser solitario y est obligado a vivir en contrapunto con los deseos y las pasiones de los otros y por tanto en permanente discordia con ellos.

Es necesario entonces reconocer que el miedo existe como disipador de caos. Que hay un miedo construido desde el poder y cultivado por el silencio de quienes se sienten intimidados por la estructura represiva y no se animan a plantearlo como un problema a resolver, tanto como el hambre, o la falta de trabajo, o el analfabetismo. Que el miedo exista como control social no significa que las escenas que ste multiplica y amplifica, tengan la dimensin con que stas se presentan bajo su lente. El miedo distorsiona las imgenes de la realidad.

Lo que se est realizando entonces en esta Venezuela revolucionaria y presuntamente socialista -o en vas de un modelo neo socialista tropical - es una pulseada en la que se juega quin detenta el monopolio de la violencia, los lmites de la misma, y qu poder tiene cada fraccin del bloque dominante a la hora del disciplinamiento social

3.- EL MIEDO COMO ESTRATEGIA DE CONTROL SOCIAL

El miedo, segn Hobbes, sera el fundador del orden poltico, la justificacin racional del mando y la obediencia y la condicin para el logro de la vida en sociedad. Pero si por miedo al desorden y la anarqua los seres humanos crean el dios mortal, unitario y soberano, que los sustituye y est en lugar de ellos asumiendo la totalidad de su poder (El Leviatn de Hobbes, con todas sus caras y sus gentes, apretujadas en' pero integrndose con' un cuerpo literalmente multifactico, gigante y horroroso), pudiera pensarse que esta estrategia poltica ira dirigida a suprimir el miedo de vida de los hombres, a erradicarlo o a situarlo en lugares marginales o casusticos pero no es as: El miedo, esa pasin racionalizante e imaginativa, secular y moderna no desaparece con la creacin del Estado. Lo que se conquista con El Leviatn hobbiano es la seguridad pues est muy claro que para Hobbes la paz es seguridad y nada ms, pero el miedo sigue all, latente, serpenteante, omnipresente y justificando una estructura de mando y obediencia que de otra manera, de acuerdo a Hobbes, sera imposible mantener.

La incertidumbre es inherente a los sistemas polticos autocrticos y dominadores, de all la importancia de crear contextos de posibles amenazas, reales o imaginarias, la importancia del enemigo nico' y del forjamiento de temores. Sin embargo, ms efectivo es crear la ilusin de que los opositores al rgimen estn solos, que la organizacin y movilizacin social no existen o por lo menos carecen de sentido.

De lo que se trata desde el poder, es de resquebrajar toda forma de tejido social; para ello el sistema recurre a diferentes estrategias, una de ellas: crear los marcos interpretativos que constituyan y legitimen las representaciones del miedo atravesando lo ms colectivamente social hasta lo ms ntimamente personal.

El socilogo francs Pierre Bourdieu sostiene en una entrevista que "...no debemos menospreciar las cosas ftiles que los gobiernos dictatoriales y autocrticos presentan en la televisin, pues estos mensajes son, en realidad, muy importantes en la medida que ocultan cosas valiosas". Las representaciones de la violencia cotidiana, ocultan la violencia estructural. La amenaza se torna algo permanente. Por eso es importante que, de cuando en cuando, ocurra algo, violento y castrante pues ese es el rito que vanagloria al feln y que consolida su rgimen; el rito que adems demanda una vctima, un acto de sacrificio. La paz, la calma, la tranquilidad no pueden ser duraderas, es necesario alimentar el imaginario con actos, alimentar el miedo con experiencias que la gente comente y retroalimente. Esta es una de las funciones de la cultura del miedo, orquestado y diseminado desde el poder establecido y sus dispositivos de disuasin y persuasin, como el uso abusivo e intempestivo de los medios pblicos y comunitarios de comunicacin de masas.

4.- LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL MIEDO

La circulacin de la violencia, las palabras, los rumores, el miedo representado e impregnado en personas o cosas cotidianas vuelven a ste una epidemia que corroe las races mismas de la sociedad, rompe con la cotidianidad y, en su lugar, dispone de nuevos cdigos que harn de las relaciones sociales una convivencia en tensin permanente, en desconfianza, en inseguridad.

Es posible hablar de una nueva ciudadana, una ciudadana basada en el miedo donde confluyen ms de un discurso y ms de un smbolo. En sociedades mutiladas por la angustia queda el silencio como la nica proteccin, la nica garanta de vida. Entonces, se debe pretender que, si se ve, se oye y se calla, nada pasar. Es mejor no preguntar quin muri y menos por qu. Todos lo saben pero nadie lo dice. "Fuenteovejuna, seor!" clamar, subyugado, el colectivo.

Nadie est a salvo, La era del terror, El planeta del miedo, Terrorismo, el nuevo enemigo o el mundo en jaque, fueron algunas de las muchas expresiones que circularon a propsito del ataque terrorista perpetuado el 11 de septiembre del 2001 contra las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y dan cuenta del lmite que desde entonces transita la sociedad. Aunque an no alcancemos a medir a cabalidad su impacto en las maneras de entender y ser en el mundo, es claro que con el ataque a las torres no slo murieron de manera infame miles de personas provenientes de ms de 37 pases del mundo. Con su derrumbe quedaron en entredicho, ya para siempre, nociones bastante caras a las sociedades contemporneas como la seguridad, la estabilidad y el orden. Las reacciones y sentimientos generados a propsito de este hecho, han permitido visibilizar, an ms, el papel del miedo como ordenador de las sociedades y el mundo actual.

El desorden social institucional, representado por una delincuencia organizada desde el Gobierno, es consecuencia del deterioro de la estructura social, una especie de "campo de cultivo" de la violencia, y se presenta como una forma de riesgo y vulnerabilidad e incertidumbre en la poblacin. Los factores que inciden en la problemtica son: la falta de garantas, la ineficiencia de la polica, el poco o nulo profesionalismo de los agentes del ministerio pblico y la ausencia o no ejecucin de reglas, normas, leyes que se apliquen conforme a derecho legal y jurdico.

Pretendemos ac una elemental reflexin sobre la dimensin social del miedo a travs de diferentes autores y perspectivas analticas que transitan por espacios y tiempos tambin distintos; pasados y presentes que nos hablan del mundo occidental, sobre la forma como se construyen y circulan los miedos en las sociedades como instrumentos disipadores de la entropa social.

De modo que la privatizacin de espacios residenciales, la contratacin de vigilancia formal y/o informal, el pago de vacuna, el porte de armas, las precauciones cotidianas, las conductas de inhibicin, la organizacin de comits de seguridad vecinal, etc., no son sino respuestas de autoproteccin o autodefensa (unas benignas, unas no tan benignas) desarrolladas en forma colectiva o individual. Ese es el resultado de la inexistencia del control adecuado de la inseguridad por parte de las instituciones establecidas para tal fin, lo que posiblemente est llevando a vivir en actitud de permanente vigilancia de unos a otros y con riesgos adicionales a los generados por la actividad delictiva comn.

Jean Delumeau nos ofrece con el artculo Miedos de ayer y de hoy, una perspectiva histrica para entender la permanencia y los cambios de los miedos en el mundo occidental. No son iguales los miedos pero hay continuidades que es necesario entender, como La dimensin poltica del miedo en las reflexiones propuestas por Mara Teresa Uribe sobre el miedo en Hobbes y Jorge Giraldo con el miedo segn Santo Toms de Aquino.

5.- LOS DOMINIOS SOCIALES DEL MIEDO

Las preguntas por el miedo y sus incidencias sobre la controlentropa social irremediablemente evocan la imagen del Leviatn; ese gran hombre artificial, cuyo cuerpo est formado por multitud de pequeas figuras humanas que se apretujan en la vasta corporeidad del gigante, desdibujadas e imprecisas, como para darle realce y significacin a ese nuevo dios mortal, que se alza majestuoso y amenazante sobre un horizonte de pacficos entornos urbanos y rurales, blandiendo la espada de la victoria y el bculo de la autoridad. Esta imagen inquietante y perturbadora, propuesta por Hobbes para ilustrar la primera edicin de su libro en 1651, despierta reacciones encontradas.

Da a da crece el sindrome del miedo. En las principales capitales latinoamericanas, as como en cualquier otra gran ciudad, el miedo agarrota los nervios y las mentes de las personas como un virus. El dominio social del miedo est representado en los asaltos, lo que lleva al ciudadano a convertirse en prisionero de su propia casa, cerrada con mil llaves, dotada de alarmas de seguridad y desfigurada visualmente por las verjas que cubren las ventanas porque el miedo es provocado por lo desconocido. El portero de la entrada debe exigir la identificacin; el nombre y su procedencia el que se anuncia por intercomunicador; el visitante es espiado por el ojo mgico y finalmente las cerraduras infinitas de llaves dentadas especiales, desplazan postigos de acero, cuarterones y trampillas, una por una, mientras el miedo del que abre y el miedo de quien espera van in crescendo, llevados de la mano por la angustia, prima hermana de aqul.

Por ellos (el miedo y la angustia) la enfermedad de moda es la agorafobia: el miedo a los lugares pblicos. Se teme que en la plaza haya ladrones escondidos detrs de los rboles y que los nios mendigos se transformen en peligrosos asaltantes al aproximarse al vehculo. Aumenta el nmero de personas que prefieren no salir de noche, que nunca usan joyas y que sienten pnico si alguien se acerca a ellas para preguntar una direccin. El hombre es, ahora ms que antes, el lobo del hombre.

De dnde procede tanto miedo? De la sociedad en que vivimos, marcada por una abismal desigualdad. Si no somos iguales en derechos y en las mnimas condiciones de vida, por qu asustarse ante semejantes reacciones? Cmo exigir cortesa a una persona que siente en la piel la discriminacin racial, y en la pobreza la discriminacin social? Cmo esperar una sonrisa de un nio que, en el tugurio en que vive, ve a su padre desempleado descargar el efecto de la borrachera pegndole a su mujer? La discriminacin humilla y la humillacin genera resentimiento, amargura y sublevacin.

Esta alegora del Leviatn, plena de imgenes y de metforas, que inquieta e interroga al mismo tiempo, es la representacin simblica de lo que sera del Nuevo Orden; el orden poltico moderno; el Estado Nacional soberano y unitario, que gobierna sobre un conjunto social pacificado y desarmado, un corpus poltico constituido y resguardado de las dificultades de la vida en comn, una vez que se conjurase el peligro de las guerras civiles y las violencias comunes. Esta alegora que ilustra la obra del Leviatn est prefigurando el nuevo sentido del poder en la modernidad y el advenimiento de un orden diferente de mando y obediencia.

En tanto la violencia se enseorea desde el orden estatal de la sociedad de masas; se producen las inversiones que trastrocan el orden jerrquico no solo entre vita activa y vita contemplativa sino entre la articulacin misma de accin, trabajo y labor con esta ltima ocupando el rango ms alto- ; y por ltimo, el espacio de aparicin es sofocado por el ascenso de la sociedad y la esfera econmica. Entonces, cul es el lugar del poder en la modernidad?

La bsqueda de un nuevo principio racional de orden poltico, que indujo a Hobbes, como antes lo haba hecho Maquiavelo, a situar la mirada sobre el Hombre, sobre la naturaleza humana, sobre la condicin de ser mortal, con derechos naturales, es verdad, pero tambin con deseos y pasiones; con odios y amores; con temores y esperanzas; con nimos de competencia y con propsitos de gloria y honor. En suma, un ser humano comn, un cuerpo pasional lleno de deseos que compite por ellos con otros hombres iguales a l y que por lo tanto desean y temen las mismas cosas.

Pero para pensadores modernos, como Hannah Arendt el poder no se funda en el miedo ni es violencia. "Hablar de un poder no violento constituye en realidad una redundancia". La violencia, lejos de ser una flagrante manifestacin del poder, es su opuesto; donde uno domina absolutamente falta el otro. Ahondando en esta distincin, escribe: "Poder corresponde a la capacidad humana, no simplemente para actuar, sino para actuar concertadamente. El poder nunca es propiedad de un individuo; pertenece a un grupo y sigue existiendo mientras que el grupo se mantenga unido." (1973)

Un gran contraste, este que genera la nocin del poder en la post modernidad de Hanna Arendt en relacin con el miedo hobbesiano, para quien el turbacin que produce el miedo es una pasin humana que explica la guerra y la paz; miedo que l considera principio estructurante del orden poltico y de la soberana del Estado. El miedo hobbesiano es esencialmente moderno; miedo a los otros hombres en tanto que son libres e iguales; miedo racional que calcula, prev y obra en consecuencia; miedo que se representa y se imagina lo que el otro puede hacer, porque todos tienen las mismas pasiones y deseos; en fin miedo secularizado que no puede esperar recompensas en el ms all, porque no hay ms vida que sta y por eso el propsito central de los seres humanos es preservarla hasta que la propia naturaleza defina cul es el momento de la muerte, pero ante todo, se trata de miedo al desorden, al caos, a la incertidumbre y a la contingencia de vivir sin un nico principio de orden en la sociedad de la violencia.

La violencia aparece en la visin arendtiana como regida por la categora medios-fin, como puramente instrumental, y por lo tanto, siempre necesitada de una gua y una justificacin hasta lograr el fin que persigue. Podr justificarse, pero nunca ser legtima. La legitimidad queda reservada para el poder a la reunin inicial de quienes actuaron juntos en el pasado. De esta manera, el poder pertenece a la categora de los absolutos, es un fin en s mismo. El poder es la verdadera condicin que permite a un grupo de personas pensar y actuar en trminos de categora medios-fin. El poder, entonces, corresponde a la esencia de todos los gobiernos, entendidos estos ltimos como poder (no instrumental) organizado e institucionalizado. Pero cuando el poder se instrumentaliza, lo hace a partir de los miedos sociales e individuales.

Los dominios del miedo moderno suscitan en cada individuo la existencia de los otros con los cuales se relaciona y convive; la otredad provoca un miedo secular y mundano, que adquiere su sentido en el aqu y el ahora; miedo propio de la naturaleza humana y de su condicin, que es propio de aquellos que temen a sus semejantes porque saben que no son diferentes a ellos y por lo tanto persiguen cosas similares; miedo que nace de la convivencia porque el hombre no es un ser solitario y est obligado a vivir en contrapunto con los deseos y las pasiones de los otros y por tanto en permanente discordia con aquellos.

A decir de Hobbes, son tres los motivos principales generadores del miedo: La competencia, la seguridad y la gloria, el primero hace que los hombres se enfrenten por las ganancias y los beneficios, por los bienes escasos diramos hoy; el segundo hace que los seres humanos usen la violencia para defenderse e impedir que otros se apropien de lo que ellos tienen; es decir, para garantizar su propia seguridad y la de sus bienes; el tercero, la gloria o el honor, se refiere a la necesidad humana de ser reconocidos y valorados por los otros.

El miedo, segn Hobbes, sera el fundador del orden poltico, la justificacin racional del mando y la obediencia y la condicin para el logro de la vida en sociedad; si por miedo al desorden y a la anarqua, los seres humanos crean el dios mortal, unitario y soberano, que los sustituye y est en lugar de ellos asumiendo la totalidad de su poder, pudiera pensarse que esta estrategia poltica ira dirigida a suprimir el miedo de vida de los hombres a erradicarlo o a situarlo en lugares marginales o casusticos pero no es as; el miedo, esa pasin racionalizante e imaginativa, secular y moderna no desaparece con la creacin del Estado soberano; lo que se conquista con el Leviatn es la seguridad pues est muy claro que para Hobbes la paz, es seguridad y nada ms, pero el miedo sigue all, latente, serpenteante, omnipresente y justificando una estructura de mando y obediencia que de otra manera, opina Hobbes, sera imposible mantener.

Es decir, el devenir del Estado y la pervivencia de la soberana, se siguen fundamentando en el temor; el temor a lo que l mismo cre, al castigo que puede derivarse de las acciones u omisiones si es que viola las leyes, rompe los rdenes constituidos o intenta desobedecer, disentir o revelarse; si incurre en alguna forma de desobediencia, esta actitud lo situara por fuera del orden, en los mrgenes de la sociedad, en el limbo de la indeterminacin y con todo el peso del Estado soberano sobre su propia humanidad. Por eso es el miedo el que mantiene al individuo sujeto al orden establecido y en una estructura determinada de mando y obediencia.

Cuando la soberana est en vilo y se ha vivido por largos perodos en situaciones difciles, el miedo se vuelve el acompaante de los ciudadanos en casi todos los eventos de la vida cotidiana y es explicable que la principal demanda social se dirija a exigir seguridad, orden, vigilancia y control por parte de los poderes establecidos o que al menos posean la titularidad jurdica de la soberana estatal. Entonces, el miedo deja de ser uno de los elementos disipadores del caos social, para convertirse en el principal generador de las entropas que conducirn, inevitablemente, al caos, entendido no como la ausencia de orden, sino como generador de un orden nuevo, desconocido pero vital para el progreso mismo de las organizaciones sociales que convulsiona.

[1] Qin Shi Huang (chino: , pinyin: Qn Shhung, Wade-Giles: Ch'in Shih-huang, noviembre o diciembre de 260a.C. - 10 de septiembre de 210a.C.), de nombre propio Zheng, fue el rey del estado chino de Qin del 247a.C. hasta el 221a.C. y despus el primer emperador de una China unificada del 221a.C. al 210a.C., reinando bajo el nombre de Primer Emperador. En la historiografa china tradicional, el primer Emperador era casi siempre retratado como un tirano brutal, supersticioso (resultado de su inters en la inmortalidad y en su obsesin por su posible asesinato) y de vez en cuando como un gobernante mediocre. Los prejuicios ideolgicos contra el estado legalista de Qin se establecieron en una fecha tan temprana como el 266

El Miedo: Primer Disipador Del Caos Social


por: Andrs Simn Moreno Arreche

Sobre el Autor

Comuniclogo estadounidense con residencia en Venezuela. Licenciado por la Universidad Catlica Andrs Bello de Caracas como Comunicador Social (1975). C.E.O. de Creatividad Estratgica C.A. donde realiza asesoras para la imagen y la identidad corporativa de empresas y corporaciones y disea campaas persuasivas para personalidades, ONG's y partidos polticos. Profesor universitario y escritor. Es autor de 5 novelas, 2 libros de cuentos breves y 5 de poesas, as como tambin de dos ensayos: 'Teora del Caos Social' y 'Leyes y Principios Estratgicos de la Guerra Comunicacional', sobre los que versan sus conferencias internacionales. (Articuloz SC #3161975)

Fuente - http://www.articuloz.com/monografias-articulos/el-miedo-primer-disipador-del-caos-social-3161975.html
El Odio: Segundo Disipador Del Caos Social La Mentira: Tercer Disipador Del Caos Social IPad covers Is There Any Difference Between An iPed And An aPad? Which Is Better? Are These Two Different iPad Clones? Get Your personal Ipad For nothing: Be An Ipad Tester Get Your personal Ipad 100% free: Be An Apple Ipad Tester Be An Ipad Tester To Get Your Own Ipad For Free Be An Ipad Tester To Get Your Own Ipad At no cost Get Your special Ipad 100% free: Be An Ipad Tester Get Your Own Ipad Without spending a dime: Be An Ipad Tester Be An Apple Ipad Tester To Get Your Own Ipad For nothing Be An Apple Ipad Tester To have Your Own Ipad For nothing FREE Apple iPad, Test It, Keep It and Get a $100 iTunes Gift Card Too
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